La Libertad
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París, 12 de septiembre de 2025. Querida Ofelia, Libertad es una palabra poderosa, un concepto que trasciende fronteras y épocas, y que, bajo mi punto de vista, merece siempre ser escrita con mayúscula. No es solo un ideal abstracto, sino una vivencia concreta que transforma la vida de quienes la abrazan, especialmente para quienes conocen su opuesto: la opresión. El 21 de mayo de 1981 marcó un antes y un después en mi vida. Ese día, junto a mi esposa y nuestro hijo de cuatro años, llegué a París procedente de Cuba, dejando atrás la realidad restrictiva de un régimen autoritario. Al pisar suelo francés, conocí por primera vez lo que realmente significa Libertad. Fue como respirar a pleno pulmón después de años bajo el peso de una atmósfera asfixiante. Descubrí que la Libertad no es solo la posibilidad de ir y venir, sino la facultad de pensar, opinar, crear y elegir sin miedo. Desde aquel momento, disfruto cada día del privilegio de vivir en Tierras Libres. Libertad significa poder educar a mi hijo sin temor a represalias, expresar mis ideas abiertamente y participar en una sociedad donde la diversidad y el respeto son valores fundamentales. Es un derecho, sí, pero también una responsabilidad: la de defenderla y valorarla, especialmente cuando uno ha conocido la falta de ella. Me resulta incomprensible que personas que han experimentado la vida bajo regímenes autoritarios o dictaduras, y que ahora residen en sociedades Libres, puedan apoyar o votar por partidos y personalidades políticas extremistas. Es paradójico que, habiendo huido de la opresión, haya quienes respalden ideologías que podrían devolver a la Nación Libre en la que hoy habitan a los tiempos de represión y dictadura. Quizás la memoria es frágil o tal vez la Libertad, cuando se da por sentada, pierde parte de su valor. Pero aquellos que hemos sentido en carne propia la ausencia de Libertad sabemos que nunca debe ser menospreciada ni puesta en riesgo. Las sociedades democráticas necesitan vigilancia activa de sus ciudadanos para evitar que, por negligencia o desencanto, se abran paso quienes promueven el odio, el autoritarismo o el recorte de derechos. Libertad se escribe siempre con mayúscula porque no hay bien más preciado. Es el fundamento de la dignidad humana y la premisa sobre la que se construyen los sueños y las esperanzas de generaciones enteras. Preservar la Libertad es un deber moral y social que debemos abrazar, transmitir y defender cada día, para que nunca vuelva a ser un privilegio, sino un derecho universal. Un gran abrazo desde la hermosa Francia, Tierra de Libertad, Igualdad y Fraternidad, Félix José Hernández.
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