“La lluvia”, hermoso poema, homenaje de Jorge Luis Borges a su padre
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París,29 de agosto de 2025. Querida Ofelia, Desde el amanecer está lloviendo sobre La Ciudad Luz y al asomarme a la ventana de mi cuarto que da al jardín, al ver las gotas golpear el cristal, me vino a la mente el bellísimo poema del gran Borges, que yo estudiaba con mis alumnos que preparaban el examen de Bachillerato. Jorge Luis Borges, maestro de la literatura universal y uno de los grandes pilares de las letras argentinas, escribió “La lluvia” en sus años de madurez, dotando al poema de una profundidad nostálgica y evocadora. El texto, recogido en el libro “Los conjurados” (1985), se percibe como una delicada meditación sobre el recuerdo y el paso del tiempo. En este pasaje poético, Borges utiliza la lluvia como símbolo de la memoria y de los sentimientos que resguardamos, especialmente en relación a su padre, Jorge Guillermo Borges, cuya figura marcó de modo indeleble la vida y obra del escritor. Para comprender la dimensión de “La lluvia”, es esencial situarlo en el contexto personal de Borges. El vínculo con su padre fue profundo: compartían el amor por los libros, el idioma inglés, la poesía y la filosofía. La muerte de su padre, ocurrida en 1938, dejó una huella duradera en el escritor, quien encontraría en el recuerdo una fuente constante de inspiración. El poema “La lluvia” surge en una etapa de la vida de Borges marcada por la ceguera y la introspección. El autor, en su vejez, revisita a través de la lluvia momentos de la infancia, los gestos y las palabras del padre, la casa de Buenos Aires, y los días que parecen volver bajo el rumor del agua. La memoria, entonces, se convierte en materia poética y la lluvia es el medio; no sólo un fenómeno meteorológico sino el elemento capaz de despertar emociones y paisajes internos. El poema inicia con una imagen sensorial: “Bruscamente la tarde se ha aclarado / Porque ya cae la lluvia minuciosa”. Borges describe el instante en que la lluvia suaviza la luz y transforma el ambiente, creando una atmósfera de recogimiento y contemplación. A través de versos breves y precisos, el autor despliega la nostalgia ante la llegada de la lluvia, que “es una cosa que sin duda sucede en el pasado”, revelando la naturaleza retrospectiva del sentimiento. El agua, en el poema, no es sólo lluvia física: es también lluvia de recuerdos, de voces queridas, de momentos perdidos. Borges escribe: “Quien la oye la recuerda. La oyó en el otro tiempo. / Quizá en la patria. / Esta lluvia es aquella / Que alguna vez descendió sobre mi patio en la casa de Buenos Aires”. El patio, recurrente en la obra de Borges, es el espacio doméstico donde se cruzan memoria e identidad; es el escenario de los días compartidos con su padre, de las lecturas y las conversaciones. Así, la lluvia que cae en el presente es siempre la lluvia que cayó sobre el patio de la infancia. En el poema, Borges juega con la idea de repetición y simultaneidad de los recuerdos. La lluvia es la misma y distinta cada vez; su sonido convoca a la memoria y la transforma. El poema está impregnado de una melancolía serena, en la que el poeta acepta el paso del tiempo y la permanencia de lo perdido. Sin embargo, hay una esperanza sutil: la memoria es capaz de rescatar instantes y personas, aunque sea sólo por un momento, bajo la lluvia. La presencia del padre en el poema es discreta, pero fundamental. Borges lo evoca a través de los objetos (“el libro y la llave”) y los lugares (“la esquina, el portal, el aljibe”), que encierran la intimidad compartida y el legado emocional. El padre es recordado no sólo como figura familiar, sino como guía intelectual y espiritual. La relación entre Borges y su padre constituye uno de los temas recurrentes en la obra del autor. En “La lluvia”, este vínculo se expresa en la memoria de los días pasados juntos, de las tardes de lectura, de los gestos cotidianos. La melancolía por la ausencia se diluye en la evocación lírica; el poeta no lamenta el paso del tiempo, sino que celebra la posibilidad de revivirlo a través del arte y la palabra. El poema “La lluvia” es un recurso valioso para la enseñanza del español y de la literatura hispanoamericana, especialmente en el bachillerato. Su lenguaje sencillo pero cargado de simbolismo permite a las personas estudiantes explorar los matices de la poesía, la construcción de imágenes, el uso de la memoria y la introspección. En el aula, al preparar a quienes desean rendir el examen de bachillerato, “La lluvia” puede ser abordado desde diversos enfoques: Análisis literario: Se estudia la estructura del poema, los recursos estilísticos, el ritmo, las imágenes sensoriales y los símbolos. Contexto histórico y biográfico: Se analiza la vida de Borges y su relación con la figura paterna, así como el valor de la memoria en su obra. Expresión emocional: Se invita a los estudiantes a reflexionar sobre sus propios recuerdos y a escribir textos inspirados en la lluvia y en sus vivencias personales. Comentario crítico: Se promueve la construcción de interpretaciones diversas sobre el significado del poema, relacionándolo con temas como el tiempo, la identidad y la pérdida. Práctica de comprensión lectora: Se trabaja en la identificación de ideas principales, inferencias y recursos poéticos, habilidades clave para los exámenes de bachillerato. El estudio de “La lluvia” favorece el desarrollo de sensibilidad literaria y la apreciación de la poesía como medio para expresar sentimientos universales. Además, Borges ofrece la oportunidad de acercar a quienes estudian al patrimonio cultural de Latinoamérica y al pensamiento filosófico que atraviesa su obra. “La lluvia” sigue siendo uno de los poemas más bellos y evocadores de Borges. Su capacidad para despertar memorias y conectar generaciones lo convierte en un puente entre pasado y presente. Para quienes enseñan español, el texto se transforma en una herramienta educativa que va más allá del análisis académico: invita a la reflexión personal, al reconocimiento de las emociones y a la celebración de los vínculos familiares. La experiencia de estudiar “La lluvia” con quienes se preparan para el bachillerato es, en sí misma, un acto de memoria colectiva. Cada interpretación enriquece el sentido del poema, y cada lectura revive la figura del padre que Borges supo guardar y compartir a través de sus versos. Así, la lluvia que cae en el poema es también la lluvia que acompaña el aprendizaje y el crecimiento de las personas. Jorge Luis Borges, al escribir “La lluvia”, supo transformar el simple fenómeno meteorológico en un símbolo universal de la memoria y el afecto. El poema, dedicado de manera velada al recuerdo de su padre, se convierte en una lección sobre el valor de la nostalgia y la importancia de los vínculos familiares. En el aula, “La lluvia” es una puerta abierta a la sensibilidad literaria, a la introspección y al diálogo entre generaciones. Su belleza reside en la capacidad de cada verso para resonar en quienes lo leen y estudian, haciendo de la lluvia un instante eterno de reencuentro con lo que alguna vez amamos y seguimos amando bajo el rumor de las gotas. “Bruscamente la tarde se ha aclarado Porque ya cae la lluvia minuciosa. Cae o cayó. La lluvia es una cosa Que sin duda sucede en el pasado. Quien la oye caer ha recobrado El tiempo en que la suerte venturosa Le reveló una flor llamada rosa Y el curioso color del colorado. Esta lluvia que ciega los cristales Alegrará en perdidos arrabales Las negras uvas de una parra en cierto Patio que ya no existe. La mojada Tarde me trae la voz, la voz deseada, De mi padre que vuelve y que no ha muerto.” Jorge Luis Borges. Un gran abrazo desde la hermosa Francia, Félix José Hernández.
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