«Crimen y castigo», la inolvidable novela de Fiódor Dostoievski
Compartir en Facebook
París, 5 de agosto de 2025. Querida Ofelia, Esta inmensa y espléndida novela me hace recordar a Alicita, mi condscípula y amiga de la Escuela Secundaria Básica Felipe Poey, Anexa a la Universidad de La Habana. El libro me lo había recomendado la Dra. Blanca Vila, mi querida profesora de Geografía. Pero Alicita, que estaba esperando la salida hacia los EE.UU., me dijo al ver que yo lo leía durante el recreo: “parec e mentira que tú leas libros comunistas rusos”. Yo le contesté que no tenía que ver nada con los comunistas rusos y que me lo a había recomendado nuestra profesora. Ella indignada expresó; “esa tiene un estilo muy burgués, ya le tocará que la cojan con ella”, y así fue. Pocas novelas han dejado una huella tan profunda y persistente en la literatura universal como «Crimen y castigo», obra monumental del gran escritor ruso Fiódor Dostoievski. Publicada por primera vez en 1866, la novela explora los abismos de la conciencia humana, la carga de la culpa y las posibilidades de redención, todo ello a través de una trama absorbente y personajes inolvidables. Fiódor Dostoievski escribió «Crimen y castigo» en un momento especialmente turbulento de su vida. Tras haber sido condenado a trabajos forzados en Siberia por sus actividades políticas y haber experimentado de cerca la miseria, la injusticia y el sufrimiento humano, Dostoievski volcó en esta novela sus reflexiones más profundas sobre la moral, la justicia y la psicología de la culpa. La Rusia del siglo XIX era un país marcado por las transformaciones sociales, las desigualdades y la agitación intelectual, elementos que se reflejan poderosamente en la atmósfera de la novela. La historia sigue a Rodion Románovich Raskólnikov, un joven estudiante de derecho que vive en la pobreza extrema en San Petersburgo. Desesperado y atormentado por sus ideas filosóficas sobre la moralidad y el destino, Raskólnikov comete el asesinato de una vieja usurera, Aliona Ivánovna, convencido de que este acto podría justificarse si con ello logra hacer el bien a la humanidad. Sin embargo, la ejecución del crimen resulta más caótica de lo planeado, y la culpa comienza a corroerlo por dentro. El acto central de la novela —el asesinato— no es solo un evento físico, sino sobre todo un acto espiritual que divide la vida del protagonista en un antes y un después. Desde ese momento, Raskólnikov inicia un viaje tortuoso de introspección, remordimiento y lucha interna, mientras la policía, representada por el perspicaz inspector Porfirio Petrovich, empieza a acercarse cada vez más a la verdad. Personajes principales. Rodion Románovich Raskólnikov, protagonista de la novela, es un joven brillante pero atormentado por la pobreza y sus propias teorías filosóficas. Su nombre, que proviene de la palabra rusa "raskol" (cisma), simboliza su naturaleza dividida y su lucha interna. Sonya Marmeládova, joven humilde y compasiva, se ve obligada a prostituirse para mantener a su familia. Representa la fe, el sacrificio y la esperanza en la redención, convirtiéndose en la guía espiritual de Raskólnikov. Porfirio Petrovich, el astuto investigador encargado del caso. Su método, basado más en la psicología que en las pruebas materiales, lo convierte en un rival formidable para el protagonista. Aliona Ivánovna, la víctima del crimen, una usurera despiadada y codiciosa. Dunia Raskólnikova, hermana de Raskólnikov, símbolo de la dignidad y el sacrificio familiar. Pulkeria Alexandrovna, madre de Raskólnikov, encarna el amor maternal incondicional. Arcadio Svidrigáilov, personaje ambiguo y perturbador, cuya presencia añade complejidad a la trama y a la psicología de los protagonistas. Dostoievski construye en «Crimen y castigo» una obra profundamente psicológica, donde los temas de la culpa, el castigo, la redención y el sentido de la justicia atraviesan todos los capítulos. El autor explora la pregunta fundamental de si existe un ser humano "extraordinario" que pueda situarse por encima de la ley moral. Raskólnikov, influenciado por teorías nihilistas y utilitaristas de su época, justifica su crimen como un experimento filosófico, solo para descubrir que la conciencia es un juez implacable. El sufrimiento, individual y colectivo, atraviesa la novela. Dostoievski describe un San Petersburgo sombrío, opresivo y decadente, que refleja el estado interior de sus personajes. El clima, los espacios cerrados, las calles abarrotadas y la miseria social son casi un personaje más, envolviendo al lector en una atmósfera de angustia y asfixia. El papel del sacrificio y la compasión, encarnados en Sonya, introduce el tema de la fe cristiana ortodoxa: la posibilidad de redención a través del amor y el perdón. A través del sufrimiento compartido, la novela sugiere que nadie está más allá del alcance de la gracia. La novela está dividida en seis partes y un epílogo, cada una de las cuales profundiza en el descenso de Raskólnikov hacia la desesperación y su eventual resurgimiento moral. La narración, en tercera persona pero con un agudo enfoque psicológico, permite al lector adentrarse en el flujo de conciencia del protagonista, experimentando con él sus dudas, delirios y temores. Dostoievski utiliza el monólogo interior, los diálogos intensos y las descripciones minuciosas para construir la complejidad de sus personajes. El ritmo de la novela varía entre el vértigo de las escenas de tensión y el sosiego reflexivo de los momentos introspectivos. La prosa, densa y cargada de simbolismo, invita a la reflexión ética y existencial. Desde su publicación, «Crimen y castigo» ha sido aclamada como una de las grandes novelas de la literatura mundial. Su influencia se extiende a escritores, filósofos y cineastas de todo el mundo, que han encontrado en sus páginas una fuente inagotable de inspiración y cuestionamientos. La obra ha sido adaptada en numerosas ocasiones al cine, el teatro y la televisión, y sigue siendo objeto de debate y análisis en universidades y círculos literarios. Su capacidad para interpelar al lector, enfrentándolo a las grandes preguntas de la existencia, asegura su vigencia más de un siglo después de su aparición. En «Crimen y castigo», Dostoievski nos ofrece un retrato imperecedero de la complejidad humana. La novela nos recuerda que el verdadero castigo no siempre proviene de la justicia externa, sino del juicio inexorable de la propia conciencia. Al final, solo el amor, la compasión y el arrepentimiento ofrecen una salida al laberinto de la culpa. Leer «Crimen y castigo» es adentrarse en el corazón de la condición humana, con todas sus sombras y posibilidades de luz. Es una experiencia que trasciende fronteras y épocas, invitando a cada generación a cuestionarse sobre el bien, el mal y la capacidad de transformación que reside en cada persona. Durante las tres veces que he estado en esa bellísima ciudad que es San Petersburgo, no he dejado de pensar en el gran Fiódor Dostoievski. Un gran abrazo desde La Ciudad Luz, Félix José Hernández.
Compartir en Facebook