En Ilha Grande, Brasil, con el Costa Favolosa
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París, 21 de abril de 2025. Querida Ofelia, Ilha Grande, esta isla que sirvió de refugio a piratas y esclavos, es hoy un verdadero santuario ecológico con rincones paradisíacos, una naturaleza exuberante y playas de aguas cristalinas, que tuvimos la oportunidad de admirar durante una visita a bordo de una típica goleta, cuyo timón era manipulado con los pies por un joven capitán, combinando momentos de relax con la deliciosa sensación de entrar en contacto con la naturaleza. Subimos a bordo de nuestra escuna, una especie de barcaza típica de Brasil equipada con aseo y servicio de bar, que nos llevó a descubrir hermosas playas mientras nos divertimos con música tradicional. Al llegar a Lagoa Azul, pudimos admirar la belleza de esta pequeña bahía con sus aguas cristalinas, corales, peces tropicales y estrellas de mar. Nos detuvimos para hacer snorkel y, por suerte, pudimos avistar maravillosas tortugas marinas. Para bajar de la embarcación en la Lagoa Azul, fue necesario sumergirse en el agua desde una profundidad de al menos tres metros. Algo curioso fue el ver a una señora pasadita de peso, con un bañador que parecía pasar un hilo dental entre ambos glúteos. En uno de ellos aparecía tatuada la frase en francés “Bon appétit!” (¡Buen provecho!) Nuestra siguiente parada fue en la playa de Freguesia de Santana donde pudimos relajarnos y nadar en aguas cristalinas. Partimos divisando Saco do Céu y Praia do Amor antes de regresar al puerto. Espero que algún día puedas disfrutar de este maravilloso lugar como nosotros lo hicimos. Con gran cariño y simpatía, Félix José Hernández.
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