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Camajuaní, 10 de mayo de
2018.
Mi querido y viejo amigo,
Es la primera vez en mi vida que escribo algo que se va
a publicar, por tal motivo, te ruego que lo revises
antes.
Es un gran placer leer tus Cartas a Ofelia. Quiero que
sepas que mi hija Susanita - que vive en Barcelona,
donde está casada con un catalán y tiene dos niñas que
son los luceros de nuestros ojos - me las graba y cuando
viene me las trae, por lo cual, tengo todos tus libros
en CD.
A Josefina le apasionan las Cartas en las que cuentas
sobre libros, películas, museos, etc.
Me interesan mucho las Cartas donde narras tus viajes y
sobre todo tus memorias de infancia en nuestro terruño.
Tienes una memoria de elefante, pues me has hecho
recordar muchas anécdotas de nuestra infancia, de las
cuales había olvidado algunos detalles.
Resulta que los vecinos y amigos vienen a casa para
poder tus Cartas a Ofelia en la pantalla de mi
computadora, lo que causó que la “compañera” presidenta
del C.D.R. se apareciera un día y me dijera textualmente:
“Tu casa es un centro de diversionismo ideológico”. Le
pregunté por qué y ella replicó: -“Aquí la gente viene a
leer cartas gusanas que te trae tu hija”. Podrás
imaginar cómo me puse. Recuerdo que le respondí: “Si
leyeras las Cartas a Ofelia de Félix José, un guajiro
como tú y yo nacido en este pueblo, te enterarías de que
El Museo del Louvre no está en la acera que va desde San
Rafael a Neptuno en La Habana y, que El Museo del Prado
no está en Prado y Malecón.”
Me dejó tranquilo y tus Cartas a Ofelia se han hecho
populares en el pueblo, pues muchos han venido a
copiarlas en CD o en USB.
Paso mis tardes leyendo, sentado en el sillón del
portal, con una penca en mano para coger un poco de
fresco, como hacían mi padre y mi abuelo.
En este pueblo después de que desaparecieron muchos
lugares, todo quedó paralizado, nada cambia, todo se
vuelve en esperar, pero me pregunto ¿Qué podemos esperar?
Mis hijos Julita vive en Panamá y Tony en Tampa, por lo
que puedes imaginar que no nos falta nada material. Solo
nos falta algo que tú disfrutas en Francia y como bien
escribiste, vale más que todo el oro del mundo.
Si volvieras algún día a nuestro terruño, ya no
podríamos bajar la loma del tanque del acueducto en
bicicleta, ni podríamos ir a la piscina y a comer mangos
a la finca de los Riestra, tampoco a las matinés
dominicales del Cine Muñiz después de haber comprado
salvavidas y africanas en El Gato Negro. Los batidos de
leche malteada del Café Cosmopolita ya no existen, el
edificio se derrumbó. Tampoco podríamos ir a los bailes
de Patio Club, el que dejó de existir como El
Super Bar y la Cafetería de Policart. Te repito que
cuando escribes sobre todos esos lugares me entra una
gran nostalgia.
Quizás no sepas que las sepulturas de mis abuelos,
padres y muchas otras personas en el cementerio judío -
que aquí llaman de los turcos - fueron profanadas, se
robaron las lozas que las cubrían y sacaron los restos
aparentemente buscando objetos de valor. Es dramática la
caída de los valores morales que nuestros padres nos
enseñaron.
Sigue escribiendo tus Cartas a Ofelia, pues es un gran
homenaje que rindes a tu querida madre, la cual recuerdo
siempre cuando iba al despalillo de tabaco junto a mi
madre, con sus bellas sombrillas para protegerse del
sol. Que ambas descansen en paz por la eternidad.
Tus cartas nos traen un aire diferente, nos permiten “respirar”.
Un gran abrazo desde nuestro querido terruño, también de
parte de Josefina,
Antonio.
Milán, 2 de marzo de 2018.
Querido amigo:
Es un honor que me haces al
pedirme que escriba el prólogo de tu nuevo libro de
crónicas. Pero te confieso que después de haber leído
los de tus libros anteriores, no sé qué podría agregar
que ya no se haya escrito.
Recuerdo cuando nos conocimos en
el campo de refugiados en el sur de Francia en la
primavera del 1981. Yo llegaba de La Habana con mi
historia a cuestas de mítines de repudio, golpes e
insultos al igual que tú, tu esposa Marta y tu hijo
Giancarlo, que si mal no recuerdo, tenía cinco años.
Nació entre nosotros una amistad que ya dura 37 años y
que estoy seguro que continuará hasta el final de
nuestro tiempo, como sueles decir.
Cuando lograste mudarte para
París,
me ayudaste a encontrar un pequeño alojamiento gracias a
una familia francesa que habías conocido. Recuerdo
cuando íbamos juntos a limpiar oficinas por las noches y
que nuestro lujo era el arroz con pollo que Marta nos
preparaba.
Tuve la suerte de conocer en tu
casa a Anna, una chica italiana encantadora, que había
ido desde Milán a verles y había llegado cargada de
regalos como Los Reyes Magos. Simpatizamos
inmediatamente y como bien me has dicho, parece que
aquella tarde Cupido estaba volando sobre París. Dos
meses después fui a visitarla a Italia y no regresé a
París. De aquella historia de amor nacieron nuestros dos
hijos: Luigi y Paolo.
Tanto Anna como yo hemos seguido
por tu sitio web, las redes sociales y tus libros, todas
tus aventuras por este ancho mundo, tus éxitos, las
películas y las obras de teatro que has visto; las
exposiciones, museos, catedrales, monumentos que has
visitado; los éxitos en los estudios y en la vida de
Giancarlo; tus premios como periodista y un largo
etcétera.
Considero que tus Cartas a Ofelia
son una especie de diario cultural de un cubano, más que
parisino, universal.
He aprendido a apreciar mucho de
lo que para mí era desconocido incluso sobre la historia
de nuestra Cuba, y que he descubierto gracias a tus
crónicas.
Tanto Anna como yo les esperamos
de nuevo por acá, bien saben tú y tu esposa que aquí
siempre serán recibidos al igual que como ustedes nos
han recibido en París.
Un grande abbraccio da Milano,
Carlos. »
Estaba de noche en mi casa, tranquila, mirando la
televisión, cuando me llegaron noticias de mi gran y
querido amigo Félix. No vacilé en leerlas y al hacerlo,
me quedé completamente petrificada. Atiné a cerrar mis
ojos, respirar profundo y volver a leerlas.
Efectivamente, leí lo mismo y entonces me llené de una
gran emoción que me provocó unas lágrimas.
Mi amigo me preguntaba si yo accedería a escribir el
prólogo de su nuevo libro “desde las orillas del Sena”
el cual es un compendio de numerosas de las interesantes
crónicas de su autoría que se conocen como “Cartas a
Ofelia”.
Con ese
pedido hecho de forma tan humilde como así lo es él, me
dio una prueba tan grande de lo profundo que es el
cariño que conlleva nuestra larga y linda amistad, que
obviamente fue imposible negarme, aunque confieso que
sentí temor de no saber hacerlo a la medida que él se lo
merece. No obstante, aquí estoy tratando de escribirlo
lo mejor posible.
Quizás al leer estas letras usted pueda no entender del
todo el por
qué de mi gran
emoción ante su pedido. La respuesta es sencilla
y convincente: sé muy bien lo que “Cartas a Ofelia”
representa para Félix pues comenzó a escribirlas para su
madre, en el inicio para él, de una nueva y difícil
etapa de su vida, en la que junto a su esposa e hijo que
lo acompañaban, tuvo que separarse físicamente de
prácticamente todo lo que amaba.
Esa nueva etapa
era nada más y nada menos
que el exilio, palabra muy dolorosa y
paradójicamente salvadora para los cubanos.
Félix adoraba a su mamá: Ofelia. Siempre fue un
magnífico hijo y el dolor de la separación fue tan
intenso, que puedo asegurar que escribirle a su madre
contándole todo lo que veía, sentía, conocía, compartía,
recordaba, lo hacía sentirse como si estuviera a su lado,
conversando con ella, compartiendo sus vidas, todo lo
cual ya no podía hacer más porque así se lo habían
impuesto.
El poder compartir físicamente sus vidas quedaba
reducido a esas cartas. La dura y triste realidad era
que entre ellos existían miles de kilómetros, mares,
espacios, aunque también la oculta esperanza de un
rencuentro.
¿Y qué decir de lo que para Ofelia como madre tiene que
haber significado el exilio de su querido hijo?
Primeramente quizás un gran alivio ya que se liberaba
del temor
que sentía ante la situación que enfrentaba Félix en
Cuba, víctima de la inseguridad, recibiendo agresiones
morales sólo por el hecho de desear irse del país en
busca de la libertad que tanto ansiaba. Pero Ofelia
también tuvo
que afrontar algo muy difícil para una madre como es el
tener que separarse de su hijo sin saber cómo ni cuándo
lo volvería a ver o peor aún, no saber si realmente
podría algún día nuevamente verlo, terrible situación
por la que madre alguna debería tener que pasar.
Sé muy bien lo que debe haber padecido Ofelia pues
yo también, como miles de madres cubanas, he
pasado por esa situación con mis hijos, lo que te
desgarra profundamente. Sé también lo que es esperar una
noticia, una llamada, una voz, un encuentro.
Esas cartas
que Félix le escribía a su madre, eran para Ofelia parte
de su hijo y a través de ellas podía sentirlo y entender
cómo siempre él la tenía presente, cómo le compartía
todos sus momentos. Es muy hermoso lo que Félix logró
con ellas.
Después de la muerte de Ofelia, que pienso aún hoy él no
ha aceptado totalmente, continuó
escribiendo sus cartas como si ella pudiera
seguir leyéndolas y conociendo todo lo que
él quería mostrarle. Ni la muerte ni el gobierno
cubano, pudieron separar sus almas.
Conocí a Félix en el año 1961, hace más de medio siglo,
cuando éramos unos chiquillos preadolescentes que
estudiábamos en Cuba la Secundaria Básica en nuestra
queridísima y nunca olvidada escuela “Felipe Poey”,
Anexa a la Universidad de La Habana.
Comenzamos a estudiar allí después que el gobierno
revolucionario cubano interviniera las escuelas privadas.
Preciosa e inigualable nuestra Anexa por todo lo que
vivimos en ella. Félix narra con
gran cariño en
muchas de sus crónicas lindos recuerdos sobre esa
etapa de su juventud.
En esa escuela Félix y yo formamos parte de un
inigualable círculo de amigos inseparables tanto dentro
como fuera del colegio, pues
íbamos juntos a fiestas, cines, teatros en fin, a
todas partes y nos divertíamos en grande. También
tuvimos magníficos profesores que no han sido olvidados.
Son bellos recuerdos que provocan también una gran
nostalgia.
Fue precisamente en esa época que conocí a los padres y
al hermano de Félix y supe de lo unidos que eran como
familia.
Terminada la Secundaria Básica, comenzamos el
Preuniversitario en el histórico Instituto de La Habana
José Martí, del que tenemos también recuerdos
maravillosos y en el que continuó inseparable nuestro
grupo de amigos de la Secundaria.
Cuando terminamos el Pre, la vida se hizo más compleja y
hubo que tomar diferentes caminos que ya no nos
permitían estar tan cercanos como antes. A Félix lo
llamaron para el Servicio Militar Obligatorio y llegó
una época bastante compleja en su vida que también ha
contado en sus crónicas y autobiografía.
Después, cuando él logró irse de Cuba, perdimos
totalmente la comunicación durante muchos años, pues yo
también vivo fuera de la Isla, y justo este año,
por los azares del destino y gracias a un amigo
común muy querido, pudimos volver a establecer
comunicación.
Eso fue una inmensa alegría, no lo podía creer. Resulta
que me encontré a un Félix que
seguía siendo igual que medio siglo atrás:
sencillo, cariñoso, hasta con la misma voz, amigo.
Hablamos, hablamos, hablamos, recordamos, recordamos,
recordamos y nos actualizamos sobre nuestras vidas. ¡Y
sorpresa! Resulta que mi antiguo y muy travieso amigo se
había convertido en una personalidad internacional muy
reconocida y galardonada por su importante actividad
intelectual, lo cual me ha hecho sentir muy orgullosa de
él.
Pude entonces conocer de la existencia y empezar a leer
sus crónicas y me quedé maravillada, porque son
encantadoras. Ofelia nunca hubiera podido imaginar que
el amor que su hijo sentía y siente por ella, se
convertiría en una obra tan bonita, interesante,
ilustrativa y con un profundo sentido histórico-cultural
para la humanidad.
Al leerlas se recorre todo el mundo. Logran provocar esa
sensación de
conocer e imaginar tantos lugares, culturas en el amplio
sentido de la palabra, diversidad humana, hechos y todo
un conjunto de cosas que nos permite descubrir o
redescubrir la grandeza y las imperfecciones del planeta
en que vivimos, y también de los que lo habitamos.
Todo este caudal de información que nos brinda Félix, lo
ha logrado escribir de una forma tan amena, clara
y descriptiva que hace desear leer cada vez más.
Las crónicas sobre
Cuba y cubanos, son imperdibles, sobre todo para
los que conocemos a nuestro país y a nuestra gente. Las
hay cómicas, tragicómicas, trágicas, pero en todas
puedes sentir lo que se quiere, se añora, se es, y
también lo que se rechaza y se espera.
Los testimonios que ha podido obtener
y mostrar se convierten en valiosos documentos de
estudio sobre personas y hechos que estaban vedados
conocer en nuestro país. El amor por la libertad es un
elemento que está siempre presente en sus escritos y
vida.
Más allá de
los galardones recibidos, Félix también ha sido premiado
por la vida con la posibilidad de construir junto a su
esposa, hijo, nuera y nietos, una hermosa familia de
buenas personas con grandes
valores éticos, lo que sin dudas es para él su
mayor éxito y orgullo en la vida, al igual que lo
hubiera sido para Ofelia.
Como profesor que fue durante años, conserva el cariño y
admiración de los que fueron sus alumnos, a los que pudo
trasmitirles tanto sus valiosos conocimientos como las
experiencias adquiridas en el transcurso de su compleja
vida.
“Cartas
a Ofelia”, muchas de ellas en “Desde las orillas del
Sena”, yo diría que es el recuento de la vida
de Félix y su familia en el exilio y de los recuerdos de
la otra etapa de su vida en Cuba donde nació y vivió
hasta el momento de marcharse a un desconocido y
expectante futuro en Francia.
En ellas vemos reflejados
los dolores, las angustias, los temores, las
alegrías, los éxitos, los fracasos,
las ausencias, el amor, la impotencia, las
esperanzas y desesperanzas, el estoicismo, la espera,
los sueños y miles de cosas más.
Sería interminable poder nombrar
a todos los sentimientos y hechos que conforman
una vida pero Félix los escribió y nos los
entregó. Es muy bello el mensaje de amor que
tiene este libro.
Ya terminando este prólogo, aún no sé si tiene la tónica
esperada ni si he logrado trasmitir todo lo que quería,
pero eso sí, definitivamente, lo he escrito con el
corazón pues respeto mucho el profundo sentimiento de
nuestra amistad y la amistad es una de las cosas
más bellas que si somos dichosos podemos conocer
en la vida.
Como cubana, recuerdo a José Martí que escribió este
verso que me gusta tanto:
“Tiene
el leopardo un abrigo
en su monte seco y pardo.
Yo tengo más que el leopardo
porque tengo un buen amigo.”
Y también de Martí recuerdo:
“Si me preguntaran cuál es la palabra más bella,
diría que es patria,
y si me preguntaran por otra,
casi tan bella como patria,
diré amistad.”
Espero que los lectores de “A Orillas del Sena”
disfruten mucho su lectura y sé que al final estaremos
muy de acuerdo en que valió la pena haberlo leído.
Querido Félix, a ti, gracias por querer que fuera yo
quien escribiera este prólogo y gracias también a todos
aquellos que tengan la paciencia de leerlo.
Tu amiga de siempre,
Ángeles.
Cauterets, diciembre de 2017.

Jérôme y Mireille
Paris le 15 octobre 2017.
Quand j'ai déménagé en mai 2014, Je
n'aurais jamais pensé avoir pour voisin quelqu'un de si
cultivé, de si curieux et de si gentil que Félix
Hernandez. Ce fut pour moi une belle surprise. Il m'a si
chaleureusement accueilli ainsi que Marta son épouse que
cela m'a rapidement réchauffé le cœur. Ils sont toujours
prêts à vous rendre service et à vouloir vous faciliter
la vie. Le monde j’imagine, serait en bien meilleur
condition si plus de gens comme Félix et Marta le
peuplait.
Quand on commence une conversation avec
Félix, nul ne sait quand elle pourrait bien se terminer,
car elles sont toujours très intéressantes, instructives
et chaleureuses au point que nous en perdons la notion
du temps qui s'écoule... Que rêver de mieux ? Félix met
dans sa conversation beaucoup de sa personne c'est à
dire une grande générosité et de belles qualités
humaines. Mais outre tout ceci, il a beaucoup d'humour
et ses anecdotes sont toujours très drôles à entendre.
Félix est un bon vivant qui aime la vie et la bonne
compagnie.
Je dirais sans hésiter que Félix donne
également beaucoup de ce qu'il est dans ses
publications. On dit généralement que la curiosité est
un vilain défaut. Mais chez Félix, elle lui sert à nous
faire découvrir les sujets les plus diverses. Ses
chroniques du reste, sont là pour le démontrer, car
elles sont comme une incitation au voyage. Un voyage à
la fois dans l'espace mais aussi dans le temps. Le choix
des sujets qu'il aborde me fait souvent penser à un fin
gourmet – ce que Félix est – qui prend le temps de
composer dans la carte d'un bon restaurant son menu. Une
fois goûté son plat, il le propose ensuite à qui veut
bien y goûter. C'est un peu comme cela que je vois
Félix, et c'est donc pour cela que l'on peut creuser le
sujet qu'il a abordé sans crainte d'être déçu.
S'il y a également une chose qui nous
rapproche, c'est notre croyance en Dieu. En effet l'un
comme l'autre nous croyons profondément en Dieu et ni la
science qui pense que tout est venu du chaos et qui le
répète souvent haut et fort, ni l'égoïsme ambiant n'ont
pu entamer cette croyance. Félix vit la sienne à travers
la foi catholique et moi en étant Témoin de Jéhovah
(Jéhovah est le nom personnel de Dieu dans la Bible – cf
Bible de l'abbé Crampon 1905/ King James 1611). Les
Témoins de Jéhovah respectent la bible en tant que la
parole de Dieu. Ils voient en elle une haute autorité
morale et spirituelle c'est pourquoi, ils s’efforcent de
la suivre dans leurs vies. La Bible ayant un caractère
universel, il n'est donc pas étonnant de rencontrer des
témoins dans chaque pays quelle que soit la culture, la
langue etc.
Chaque année, les Témoins observent la
commémoration de la mort du Christ qui avait demandé de
le faire en souvenir de lui. C'est avec plaisir
que j'ai invité Félix et Marta par deux fois d'y
assister.
Ainsi comme plus de 20 millions de
personnes dans le monde, le 11 avril 2017 nous étions
rassemblés pour écouter un discours parlant de la
rédemption (la mort de Christ pour l'humanité).
Ce discours a répondu à diverses
questions comme : Pourquoi l'humanité a-t-elle besoin
d'une rédemption ? Quel espoir permet-elle pour les
humains ?... Autant de questions existentielles.
Ce voisinage, puis cette amitié est pour
moi très précieuse. Elle est la garantie de
conversations dont la qualité et la diversité sont
et resterons élevées. Je souhaite à Félix et à
Marta tout le contentement possible.
Jérôme Danane.
.jpg)
Quince de
Magucha.La Habana, 1965
Miami, 18
de septiembre de 2017.
Nunca
estuve muy interesada en viajar, pero sí en conocer, así
que tus libros son perfectos para mí. Es como si desde
mi cómodo sillón, pudiera ir de tu mano a todos esos
maravillosos lugares.
Nuestra
relación personal fue en la
época dorada de la adolescencia donde teníamos
una "fiesta de 15" casi todos los sábados y un "pica
cake" casi todos los domingos. Era increíble,
ensayábamos por las noches entre semana, solo un rato el
ensayo, y el resto de la noche bailábamos "ruedas de
casino". ¡Qué maravilla!
Tú
eras un muchacho alto, esbelto y que bailabas muy bien.
Y lo más raro de todo, contabas con el "visto bueno" de
mis padres que al hablar de ti decían: es uno de los
pocos muchachos decentes. Y no es que los otros no lo
fueran, pero ellos eran muy exigentes y casi nadie
cumplía los parámetros.
Por eso
fue mi asombro cuando con motivo de "mis 15" mis padres
decidieron dar una fiesta en nuestra casa de la playa.
Yo no estaba muy contenta porque me hubiera gustado una
en salón con 14 parejas, pero ellos decidieron lo que yo
llamé una "fiesta guajira" con carne de puerco, congrí y
mucha comida. Y como el transporte en aquella época (y
hoy en día) en Cuba era tan malo, alquilaron una guagua
para que fueran todos los amigos. Los responsables de la
guagua eran los padres de Mayra. De su casa saldría la
guagua y cuando Chiqui (mujer maravillosa, mamá de
Mayra) empezó a hacer la lista de los que irían, habló
con tu mamá "la gorda" como cariñosamente la llamábamos,
y ella le dijo que tú no ibas a la fiesta porque estabas
castigado (no se qué travesura de adolescencia habrías
hecho). Para mi gran asombro mis rígidos padres
decidieron ir a
pedir que te
perdonaran, y oí decir a mi madre: -Pastor, es
que él es el alma de la fiesta, sin él no habrá fiesta.
Y para allá fueron un 24 de Abril de 1965 a pedir tu
indulto.
Íbamos
en el, para aquel entonces muy viejo, Chrysler de 1954,
cuando comenzó un fuerte aguacero con la mayor granizada
(cosa poco frecuente en Cuba) que haya visto en mi vida.
Mi madre, señora de medias finas, altos tacones y pelo
siempre recogido en un elegante "moño francés", se bajó,
bajo el aguacero y los granizos para conversar con los
tuyos.
Mientras mi papá (hombre muy serio, de carácter muy
fuerte), Rosa (la señora que se ocupaba de mí y de hacer
las cosas de la casa), y yo, esperábamos en el carro.
Pienso que a tus padres les dio lástima la señora toda
mojada en el aguacero, y cuando ella regresó al carro
dijo: - pensé que no lo iban a dejar, pero Ofelia miró a
su esposo y él dijo: Bueno, está bien, que vaya.
Así que de
vuelta al "cacharrón" como le decíamos al carro, mi
padre trató de ponerlo en marcha y no arrancó. La
inundación por el aguacero era tanta que el agua estaba
dentro del carro, y este, según mi papá, estaba
"ahogado". Allí tuvimos que esperar largo tiempo a que
el agua bajara, viniera alguien y dar un "cablazo" para
que la batería arrancara y llegar a la casa de la playa
a poner los pastelitos en el horno porque se habían
mojado con muchas otras cosas que iban en el maletero
del carro pero no fue en vano porque ¡Félix José vendría
a la fiesta!
Agradezco
a Dios porque en aquellos duros años en que Cuba se
empezaba a caer a pedazos y que la música de "Los
Beatles" era prohibida, nuestros padres pusieron una
campana de cristal sobre nosotros para que no nos
afectara lo que pasaba y convirtieron nuestra
adolescencia en algo muy hermoso.
Con
los años la campana de cristal se evaporó y todos
pasamos nuestras duras épocas hasta que pudimos emigrar
a tierras de libertad. Hoy casi todo el grupo rehízo su
vida fuera de Cuba y gracias al amor y la paciencia de
Mayra, muchos de nosotros seguimos siendo amigos.
Nola Aguilar - Magucha
Nola Aguilar :
Arquitecto graduada de la CUJAE en 1978, Diseñadora
Industrial graduada en el ISDI en 1984. Casada con
Adriano Denis desde 1971 (uno de los mejores hombres de
este mundo), con tres hijos y cuatro nietos, que son su
mayor tesoro y alegría. Actualmente vive en Miami.
Agradezco
a Adriano (mi esposo) por su amor y su paciencia en los
casi 50 años que llevamos juntos.
"Cartas a Ofelia" es una serie de libros dedicados a su
inolvidable Madre, son una golosina para los que les
guste leer historias cortas personales, relatos de :
libros, películas, personalidades conocidas o por
conocer, viajes, paseos, todos con lujo de detalles que
te transportan con la imaginación a situaciones y
lugares.
Es como tomar un "crucero" y en cada puerto que llegamos
tenemos una aventura nueva. Félix constantemente está
viajando, sea en persona o con la mente. Sus recuerdos
de situaciones, amistades o simple vida diaria son
inigualables. Cuando leemos sus libros todos somos parte
de ese "crucero" en que él viaja. Tal vez hoy estemos en
el Metro de París, un cabaret famoso, en un barco
visitando el Caribe o la Costa Mediterránea o tal vez
recordando a seres queridos.
Todos tenemos la posibilidad de "soñar y pretender" que
somos parte de sus historias. En los artículos de
viajes, él describe el menor detalle con exactitud, la
comida, la temperatura, descripción del cuarto. Todos
acompañados por magníficas fotos y su modelo preferida :
su querida esposa Marta.
Las memorias de su niñez y juventud nos hacen recordar
esas etapas en nuestras vidas. Esos son mis preferidos,
cuando él cuenta de su niñez en Camajuaní, sus
familiares y personajes que estaban presentes en su vida
diaria, la inocencia y alegría de su infancia. Y desde
luego su adolescencia en La Habana, las amistades, los
estudios, las fiestas. Un mundo que ya existe en
realidad solamente en nuestros recuerdos.
Sus artículos publicados en diferentes idiomas, hacen
que el lector intente leerlos todos, tratando de
descifrar el contenido de cada uno. Buscar un
diccionario para lograr una mejor comprensión de
la historia escrita en otra lengua. A pesar de su amor y
agradecimiento a Francia, Félix mantiene un profundo
respeto y amor por su Cuba inolvidable.
Los cubanos estamos esparcidos por todas partes del
mundo y nos mezclamos con la cultura del país que nos
acogió incluyéndola en nuestras vidas y familias. No
todos podemos ser iguales y tener las mismas costumbres,
pero si todos debemos respetar y aceptar al prójimo no
importa donde viva, su religión, educación o ideas
políticas. Después de todo, todos somos cubanos
emigrantes.
Mi amistad con Félix atraviesa varias décadas,
interrumpidas por la desafortunada situación de Cuba.
Conocí a Félix cuando éramos niños-adolescentes y
rápidamente forjamos una amistad. El vivía en Centro
Habana, y yo en las afueras, en Celimar. Pero nos
encontrábamos en fiestas, en el cine o paseando. A los
16 años mis padres lograron obtener una visa para viajar
a Filadelfia y nuestra amistad se interrumpió… ¡Por 50
años!
Yo terminé mi adolescencia, estudios y parte de mi
carrera en Filadelfia, me casé, tuve hijos y ahora
nietos. Él igualmente terminó sus estudios en Cuba, se
casó, tuvo un hijo y posteriormente nietos en Francia.
Toda una vida.
Nunca más nos volvimos a encontrar, pero como digo yo,
manteniendo la tronchada amistad en las "cajitas" de
recuerdos. Por casualidad o destino vi mi nombre
mencionado en un escrito publicado por un escritor en
Francia, desde luego era Félix. Eso me llamó la atención
y después de seguir su "Webpage" (
www.cartasaofelia.com)
por unas semanas, decidí ponerme en contacto con él. Con
mucha alegría mutua hablamos por teléfono y la amistad
tronchada renació.
En noviembre de 2016, exactamente 50 años después, nos
volvimos a encontrar en París. Conociendo a nuestros
respectivos esposos Marta y William, celebramos el
acontecimiento. En dos semanas Félix nos llevó a lugares
que no habíamos visitado en nuestros viajes anteriores a
Francia, con detalles infinitos pudimos ver lugares que
no se encuentran en los libros de viajes. Le estamos
agradecidos por sus esfuerzos, infinitamente.
Félix y yo tenemos unas cuantas cosas en común: el
deseo de leer, viajar, y más que nada… ¡Conversar! Desde
que el público tuvo acceso a la televisión, el interés
por leer libros ha descendido. Los críticos culturales
no comprenden la atracción que ejerce la TV. Pero
nosotros, los que tenemos el interés insaciable de leer
sabemos que no hay nada que reemplace los libros. Es un
espacio propio que no tenemos que compartir con nadie y
que nos lleva a lugares maravillosos.
Los libros de Félix José Hernández lo transportarán a
ese mundo especial.
Kenia
Diéguez Barrio,
reside en Gainesville, al norte de la Florida, es una
Enfermera Registrada graduada de MD College, con
estudios avanzados en Cuidados Intensivos y Trasplantes
de Órganos de la Universidad de la Florida. Ha recibido
varios honores en su carrera de 44 años. Activa con
Habitat for Humanity, Hospice Attic and Feed the Hungry.
Casada con William, su amor universitario, desde hace 44
años. Sus hijos Alex y Lissette le han ofrecido cuatro
nietos: Sofía, Alexander, Oliver y Violet. Leer, decorar
y viajar son sus hobbies favoritos. Ha recorrido :
Europa, Rusia, Japón, El Reino Unido de la Gran Bretaña,
Centro América, El Medio Oriente, etc. Fueron
grandes viajes, pero el favorito ha sido "El Camino de
Santiago". William y Kenia fueron en peregrinación
hasta Santiago de Compostela en el 2015, un viaje
espiritual y físico incomparable.
Amsterdam, 25 de enero de 2017.
Mi querido amigo:
Me pides que escriba el prólogo
para este libro, lo que hago con gran placer, aunque te
debo confesar que es la primera vez en mi vida que un
amigo me hace este honor.
Acabo de leer en tu sitio web los
prólogos de los 33 libros anteriores y me pregunto: ¿Qué
puedo escribir que ya no lo haya sido?
Tus Cartas a Ofelia, me siguen trayendo muchos recuerdos
de mi infancia y adolescencia santaclareña y mi juventud
habanera. Supiste plasmar muy bien el derrumbe de mi
familia en la crónica “Titi el esvispriveliano”, que me
dedicaste después de la visita que hiciste con tu esposa
Marta a Amsterdam en el 2013.
Me agrada mucho como has escrito
sobre tus viajes por Holanda, mi Patria de adopción. Leo
tus crónicas sobre las exposiciones y museos parisinos,
tus viajes alrededor del mundo, etc. A menudo junto a mi
esposa comparamos nuestros puntos de vista sobre los
lugares que describes y que hemos visitado, solemos
coincidir en casi todo.
¿Crees que algún día podremos
recorrer los lugares en los que transcurrieron nuestras
vidas en nuestra añorada Patria?
Al igual que tú, nunca he
regresado y tampoco lo pienso hacer mientras en nuestra
tierra natal no reine la libertad. Pero el implacable
tiempo pasa inexorablemente para todos y el nuestro nos
acerca al final del camino.
Tu familia y la mía han recorrido
mucho desde Camajuaní y Santa Clara, han hecho caminos
al andar, como escribió el gran Machado. Hemos tenido la
gran suerte de estar casados con mujeres
extraordinarias, sin las cuales estoy seguro de que no
hubiésemos podido llegar hasta donde lo hemos logrado.
Sigue contándonos sobre la vida
cultural en ese espléndido París, sobre los libros que
leees, las películas que ves, los espectáculos que
disfrutas, tus viajes y... no olvides rescatar las
anécdotas de tu vida en Cuba, éstas últimas son
deliciosas aunque a veces nos hagan llorar – de risa o
de tristeza-. Mi esposa y nuestros hijos, al igual que
yo, las disfrutamos.
En este momento el canal que pasa
junto a casa esta casi congelado, el cielo es gris y las
temperatuas son negativas, pero de todas formas te envío
un caluroso abrazo cubano, esperando volver a verte
pronto por acá,
Peter (Titi el elvispriveliano).
Lausana, 2 de
diciembre de 2016.
Querido amigo
trotamundos :
Nos conocemos
desde el 1959, cuando yo limpiaba zapatos en el Parque
Central y tú vendías las flores de papel que hacía
nuestra inolvidable Ofelia, ambos teníamos diez años.
¡Cómo ha llovido desde entonces!
He leído con
placer tus cientos de Cartas a Ofelia, me has hecho reír
o saltar las lágrimas sobre todo cuando cuentas las
anécdotas de tu infancia en Camajuaní y Santa Clara o tu
adolescencia y juventud en La Habana. Me serviste de
“padre confesor” para la crónica “Mayito el Suizo”, mil
gracias pues cuando la leí sentí un gran alivio, gracias
a ti me quité un gran peso de encima.
He aprendido
mucho sobre: cine, teatro, literatura, exposiciones,
museos, etc. También me gustan mucho tus crónicas sobre
los viajes por casi setenta países, cuando narras lo que
has visto con tu mirada de exiliado cubano.
Demos gracias
a Dios por haber logrado conquistar la Libertad (escribo
como tú esta bella palabra con mayúscula), por habernos
permitido crear familias, prosperar y tener fe en el
futuro de nuestros hijos y nietos.
Compartimos
muchas cosas querido Félix José, entre ellas la
nostalgia por nuestra tierra natal y el sentimiento de
que no tendremos el tiempo necesario para verla renacer
del derrumbe, no solo material, en que se encuentra
gracias al régimen de los Castro y como bien dices, a su
Oligarquía Roja.
Estoy seguro
que desde el Cielo, tu adorada madre Ofelia, se sentirá
muy feliz al leer tus cartas que desde hace 35 años-
desde que lograste ser un hombre Libre-, le escribes.
Pronto
nuestras familias se reunirán de nuevo aquí en Suiza
para pasar unos buenos días juntos.
Un gran
abrazo para toda tu familia, también de parte de mi
esposa,
Mayito el
suizo.
Nota bene: Mario, es un exiliado
cubano, profesor
de inglés.
¡Felicitaciones una vez más!
Es a mi parecer la tuya la más completa visión de
cómo ha sido la vida de un verdadero cubano exiliado -
representante por antonomasia de hombre de pueblo y cubano
genuino - , por obra y gracia de la nunca
suficientemente maldecida y bien llamada (solo que en su
más fiel sentido peyorativo de absoluto y total caos) 'revolución'
cubana, en realidad la peor catástrofe acaecida para la
maltratada isla y sus habitantes en toda su historia
republicana y anterior. Creo que nadie, ni periodistas
ni escritores, ni siquiera historiadores han podido
mostrar de modo más real como, queriendo subyugar han
contribuido por el contrario a enaltecer al exiliado (pintado
por ellos como un Retrato de Dorian Gray en su afán de
denigrarlo), evidenciando por el contrario quien es el
verdadero Dorian Gray, capaz de envilecer incluso a los
que no han podido escapar de tal infierno, contrastando manifiestamente con
la tenacidad y capacidad de la gran mayoría integrante
de la diáspora cubana de luchadores genuinos que se
reinventan y sobreponen ante todos los obstáculos
posibles en tierras ajenas, permitiendo ver a través de
sus vivencias al admirable y verdadero cubano.
Tus memorias abarcan todo el quehacer del Exilio
cubano, no importa en qué parte del mundo y son memoria
viva y representación de nuestra generación que si,
somos lo que somos 'gracias a la revolución': polvo y
ceniza los de la isla, hombres y mujeres de bien,
luchadores incansables, indoblegables y exitosos los
exiliados...
Gracias por eso y por tus memorias que son fuente
referencia vivida y verdadera historia de lo que han
sido estos años, duros muchas veces, pero que demuestran
lo que la tenacidad y entereza pueden lograr.
Un fuerte abrazo a ti, así como a tu esposa y a
tu hijo, acicate y apoyo a tu lado siempre.
Adela.
_________________________________________________________________________________________

Aleida Esther Codina Cuevas
Miami 13 de julio de 2016.
Hace unos meses, navegando por la Internet, encontré un
artículo con la foto de Félix José Hernández, escritor y
periodista
de renombre. La observé detenidamente y me percaté que
podría ser el mismo que conocí en Cuba en
mis años adolescentes. Lo contacté y le pregunté si era
él aquel joven apuesto, amigo de Octavio, que yo había conocido
a finales de 1965 en una fiesta de Quince en La Habana.
Me dijo que sí. Nos identificamos y conversamos
muchísimo. Tuve la sensación de viajar en una máquina
del tiempo y remontarme a una época de nuestras vidas
que fue muy hermosa, con
recuerdos imposibles de olvidar. Me habló de sus
triunfos, de su vida, su esposa, hijo y nietos, al igual lo
hice yo.
Al colgar el celular corrí a la computadora y entré en
su sitio web:
www.cartasaofelia.com
Comprendí que
aquel adolescente que conocí hace 50 años, es hoy día
un profesional, experto narrador del arte, la historia
y experiencias,
plasmadas en las crónicas y cartas dedicadas a su muy
querida madre, Ofelia. Pero más allá de ello, Félix
José me ha pedido que le redactara el prólogo para este
Tomo XII de “Desde las Orillas del Sena”, número 32 de
"Cartas a Ofelia", el cual considero que es uno
de sus mayores éxitos.
Escribir en mi idioma natal de nuevo no ha
sido fácil, aunque
desde temprana edad me
gustaba hacerlo, como también leer. Puedo decir que fui
buena en literatura, composición y gramática, con una
mente viva
y de escritura rápida. Tal fue así, que dejé en La
Habana, poemarios y una novela escrita, con una buena
amiga de la que no
supe nunca más. Tristemente este aprendizaje se truncó
cuando renuncié al Instituto de la Habana, el
día en que un miliciano con
documentos en mano informó a mis padres, que teníamos
la reclamación aprobada para salir del país hacia los
EE.UU.
Abandoné a mi Cuba junto a mis padres en septiembre de
1968. Tenía solo 18 años y cesaron mis estudios en español,
para comenzar a estudiar en inglés, la lengua de mi
Patria de adopción.
Sabía que Amado y Ofelia eran los padres de Félix José,
aunque nunca los conocí personalmente, como tampoco a su
hermano Juan Alberto. Lo que ahora conozco de él es
por su autobiografía y por él mismo. Supe
que en el 1974 se casó con una joven llamada
Marta Fernández, con la que fundó su familia y con quien
tuvo un
hijo al que llamaron Giancarlo.
Félix José continuó sus
estudios en Cuba, fue profesor de Geografía
durante once años y guía de turismo internacional. Gracias
a sus conocimientos y relaciones llegó
a Francia con su familia en 1981, pidió asilo político
y ese gran país se convirtió en su Patria de adopción.
Tanto para él, como para todos
los que tuvimos que partir de nuestra tierra natal, el
comenzar de nuevo no fue fácil. Pero por conquistar la
libertad, cualquier
sacrificio es válido.
Gracias a su audacia, conocimientos, y el poder de
comunicarse en tres idiomas, Félix José salió
adelante, como profesor, escritor y periodista. Ha
recibido múltiples reconocimientos y premios, por lo que
para mí escribir
este prólogo, representa un honor y un privilegio.
Gracias Félix José, espero que este reencuentro después
de 50 años, perdure por el resto de nuestras vidas y
que este tomo del cual soy participe, sea un éxito más
en tu haber.
Hasta
pronto,
Aleida.
Aleida
Esther Codina Cuevas,
nació
en San Cristóbal
de La Habana, un 11 de Junio, día Sta Aleydis.
Certificada en Manejos de Negocio, Universidad de Miami
1988;
Certificada en varios otros estudios de la Universidad
de Miami tales como:
Fundamentals of Supervision, Problem Solving/Coaching,
Support Staff Skills Development Program, 1994-1997,
Business Applications in Health Care, 1999;
Achievement/Sponsored and Research Educational Programs,
2003.
Actualmente retirada de la Universidad de Miami, Escuela
de Medicina, Admisnistradora de la División de
Neonatología, Depto. de Pediatría, June 2012.
______________________________________________________________________________________

Doña
Marta Requeiro Dueñas.
Miami,
22 de abril de 2016.
“Emigrar”
Emigrar es
padecer un dolor eterno.
Es romper raíces,
es llorar,
despedirse,
enlutarse prematuramente,
perder
protagonismo,
y morir un poco.
Envolverse en
una cáscara dura
para que el
tuétano no sufra.
Es tragar hiel y
continuar viviendo.
Es ser
traicionado por la memoria
tratando de
ganarle la batalla al olvido.
Es atesorar
recuerdos amarillos
y traslúcidos
que van perdiendo el contorno.
Es conservar un
perfume y un sabor sólo nuestros.
Es tararear una
canción para que no se la lleve el aire del tiempo.
Es tratar de
pertenecer, mimetizarse, adoptar.
Dividirse, no
volver a ser completos.
Es hacer de
tripas corazón,
y haberse
decidido
a cambiarle el
rumbo a los sueños.
La vida es
insospechada. No es un libreto que traemos bajo el brazo
cuando nacemos, sino que la vamos experimentando y
escribiendo a medida que la vivimos. Como diría John
Lennon: “La vida es aquello que te va sucediendo
mientras estas ocupado haciendo otros planes”. Y yo
agregaría: ¡Alcanzando los sueños! Por eso no hemos de
culpar a quienes, a cualquier precio, quieran alcanzar
lo más preciado y con lo que ya debe contar todo hombre
cuando nace: La libertad. Porque sin ésta es imposible
soñar.
Hoy me he levantado
con una tarea importante que me ha tomado por sorpresa;
y ha sido la llamada, desde París, del Profesor Félix
José Hernández para pedirme hacer el prólogo de su libro
número 31, “Desde las orillas del Sena”, basado en las
cartas que desde hace treinta y cinco años viene
escribiendo a su madre, Ofelia. Hoy infelizmente ausente,
y que ha modo de homenaje ha continuado enviando.
Haré gala de mi
mayor defecto, considerado así por los que carecen de
autodeterminación, y me expresaré con la sinceridad y
autenticidad que debe caracterizar a toda persona
emancipada, al elaborar esta introducción.
A él no lo conozco
personalmente, hasta hoy, pero le profeso un sentimiento
profundo de agradecimiento por el interés prestado en mí
insipiente carrera como escritora y el interés de
adherir, a este tomo, algunas de mis crónicas. Por lo
que esta honorable tarea es más que un compromiso.
No es correcto
hablar - incluso de forma halagadora - de quien no se
conoce extensamente; pero sabiendo de sus esfuerzos para
lograr salir adelante, viendo que hoy es un catedrático
con vasta experiencia, políglota, y periodista premiado
innumerables veces; constato que es una persona
intachable. Para nada diferente a como se presenta ante
quienes sí lo conocen de tiempo, los que han hecho los
prólogos de sus libros anteriores y los que, como yo,
pueden imaginar su carácter y presencia a través de su
trabajo y sus “Cartas a Ofelia”: crónicas escogidas que
difunden conocimientos de diversa índole, encabezadas y
concluidas con el mayor amor y respeto.
Si me preguntan ¿cómo
me siento?, diré primeramente que honrada. Como una
especie de telonera descorriendo la cortina que cubre
esta obra que se abrirá ante sus ojos, y que pondrá de
manifiesto el difícil vivir de los cubanos dentro de la
isla y no menos difícil, pero sí más alentador, fuera de
ella. Donde como párvulos asombrados van descubriendo el
mundo y sus matices más allá del horizonte acuoso que
rodea a la tierra que los vio nacer. Ese mundo exterior
que les fue prohibido hasta entonces, y que representa
un abanico de posibilidades para el arriesgado que
quiera jugárselo todo por sus sueños.
Don Félix José
Hernández dejó Cuba a los 35 años, en 1981, para emigrar
a Francia como refugiado político, al lado de su esposa
e hijo de cinco años, tras fracasar en el intento de
salir en 1980 por el Puerto del Mariel.
Los conocimientos
que poseía en el idioma italiano y como los de Profesor
de Geografía no le sirvieron de mucho. No fue fácil el
inicio existencial para él y su familia en un país
extraño. Trabajó como obrero de la construcción, se
desempeñó como guardia de seguridad en hoteles, empleado
de supermercado, distribuidor de folletos, e hizo
limpiezas en tiendas y oficinas. Todo lo que estuviera a
su alcance para salir adelante honradamente.
Después de tantos
esfuerzos y el azaroso vivir, superarse académicamente y
lograr destacarse en su trabajo, hoy ostenta varios
premios internacionales de periodismo entregados en
Estados Unidos, Suecia, Madrid, así como el
reconocimiento a su labor en su terruño querido. Ha
ejercido como profesor en dos universidades de Paris,
pertenece al Colegio Nacional de Periodistas de Cuba en
el Exilio, es miembro del Pen Club de Escritores Cubanos,
también en el exilio. Ha publicado artículos en
destacadas revistas francesas y belgas. Fue redactor de
la revista francesa Les Cahiers d´Histoire.
Es el creador de
las crónicas “Memorias del Exilio”, con un total de
nueve tomos, donde recopila las cartas escritas a su
madre, Ofelia Valdés Ríos, las que enviaba cada semana
contándole las experiencias del cotidiano vivir en ese
París, para ella tan lejano. Quien, a su vez, las leía
frente a familiares y amigos que descubrían como se veía
Cuba desde afuera, y conocían un poco del mundo a través
de aquellas lecturas que se volvían imágenes asombrosas
en sus mentes.
Este compendio de
misivas plasman las experiencias de sus viajes por los
sesenta y seis países que fue conociendo a lo largo de
treinta y cinco años; aunque también encierran anécdotas
de su infancia, niñez y adolescencia en Cuba. Crónicas
que igualmente se dieron a conocer en distintas revistas
de Francia y Bélgica, en los respectivos idiomas.
Por internet
circulan más de tres mil artículos de éste tipo que han
sido publicados desde los años ochenta en distintas
revistas y diarios de Francia, Suecia, Bélgica, y
España.
“Desde las orillas
del Sena”, la nueva antología de Cartas a Ofelia, se
manifiesta con un lenguaje libre de demagogia
adoctrinante, llena de amor de añoranza por lo dejado y
emoción ante lo nuevo y variado. Tal y como es el mundo
ante los ojos del expatriado: persona de carne y hueso
que, sin llegar a ser un superhéroe, logra traspasar la
barrera de la impotencia y completarse como ser humano,
haciéndole saber a los coterráneos por qué es tan
importante la libertad.
Se encontrarán
textos en distintos idiomas. Todos haciendo alusión a
lo, a veces simple pero penosamente aún prohibido para
el cubano que no se atreve a tomar las riendas de su
destino y alucina con cada palabra que lee o escucha
proveniente del exterior, soñando con lugares, aromas y
sensaciones desconocidas.
Me abstraigo e
imagino ver a la Sra. Ofelia parada en la acera de su
casa. No es difícil lograrlo pues igual hacía mi madre y
suele hacer cualquier madre cubana, en espera del
cartero que traiga una misiva con buenas nuevas
proveniente de los más incógnitos lugares del universo
donde asombrosamente hay un cubano.
De Camajuaní es Don
Félix, mi madre también lo es. Lo extraordinario fue
saber, por él, que su padre y mi abuelo se conocieron.
Siendo cubanos en la sangre llevamos el mismo ADN
emocional y en los corazones las cicatrices del exilio.
Con Cartas a
Ofelia, Desde las orillas del Sena, se creará un puente
de comunicación y unión con nuestras raíces y será, a
través de ella, como un brotar de alas.
¡Que disfruten la
lectura!”
Marta M. Requeiro
Dueñas
Marta M. Requeiro
Dueñas nació el 7 de Diciembre de 1960 en La Ciudad de
La Habana, Cuba. Egresó del Politécnico “Lázaro Peña” en
1989 como Técnico en Organización y Planificación de la
Industria Metalúrgica. Emigró a Chile en 1999, donde se
nacionalizó chilena. Desde entonces, con formación
autodidacta, incursiona como escritora y poeta. Plasma
en su obra todo sentimiento humano, el generado por una
infancia con dificultades, el amor, y el exilio y sus
secuelas. Actualmente reside en Estados Unidos.
Varios de sus
escritos han sido publicados en las páginas web:
www.cubamatinal.es
, www.cubaenelmundo.com , www.cubademocraciayvida.org ,www.radiomiami.us
, www.eldiariodelamarina.com , www.netsolutionusa.com y
www.cartasaofelia.com
Creó dos blogs
donde manifiesta su trabajo, narrativo y poético a los
que se accede entrando a: martarequeiro.blogspot.com y
www.facebook.com/martarequeiro

Mrs. Diane Cubeñas-Serra
Miami, February 12th, 2016.
Felix Jose Hernandez, a well-known international author
has asked the impossible of me, “Please write the
prologue of my next book.” What a predicament he has
put me in! First of all, will my writing be able to
justify such a well-renowned man? Will I be able to
fully articulate and give justice to a professional that
has impacted the literary community with as much dignity
as I can bestow? I can only hope that through these
mere sentences, I will manage to convey the concept that
not only is Felix Jose Hernandez a remarkable
individual, but a man whose writing continues to impress
even the most challenging readers.
Mr.
Hernandez is a man who has made his mark in the world
through writing. He writes poetically of all his trips
and adventures around the world; a man that has visited
approximately sixty-five countries. Language barriers
don’t necessarily exist for Felix for he speaks and
writes fluently in three languages, Spanish, French, and
Italian and his tales vividly describe each corner of
the globe he has graced. After reading his “Cartas a
Ofelia” a reader vicariously feels they too have visited
theforeign lands. Each trip is recorded as a letter to
his mother, Ofelia, and written in such a way that the
reader too establishes common ground. Although Ofelia
may no longer inhabit this earth physically, her
spiritual presence allow millions of readers to travel
to distant destinations.
I
first discovered his “Cartas” in a mistakenly opened
email. At the time, my family and I shared one email
address for the entire household. When I mistakenly
opened the message, I was instantly captivated by the
words that flowed across my screen. I felt transported
to the little village Felix was describing to his
mother. I could see myself walking through the streets,
eating at tiny dimly lit restaurants, as I carelessly
sipped on merlot. The words that flow on the paper are
truly those of an artist masking their talent on paper.
Only
through laborious yet delightful reading did I become
more fascinated and enamored to learn about the talented
Felix Jose Hernandez. My mother-in-law, Mayra Serra, a
woman who has become more of a mother to me than words
can express is perhaps one of Felix’s most beloved
family friends. The relationship and friendship that
exists between these two remarkableindividuals dates
back to the 1960’s where they first met at a debutant
party. Mayra quickly relived those precious adolescent
moments by sharing her memories with me. Felix and
Mayra danced at various debutant parties and shared
their friendship and stories with intimate groups of
friends. I learned from Mayra that Felix is not only an
intelligent man, but his eloquence and mannerisms far
surpass many of her beloved acquaintances. Not only had
I personally gotten an opportunity to know Felix, but
having had the opportunity to speak with my
Mother-in-Law regarding such a phenomenal individual
only managed to help me realize the unwavering friend
Felix had become to those whose lives he touched.
Felix Jose is an exceptional writer no doubt, but few
have been blessed to know him as a friend. It is truly
an honor to be able to write words about a man whose
friendship has spanned more than half a century. What
is to admire? Felix Jose is attentive, gracious,
thoughtful, compassionate, and overall one of the most
perfect gentleman that an individual can meet. Few can
say they have experienced such a true and devoted man,
but it is an honor to call Felix friend. His is a
friendship tosurvive decades, overcoming Castro’s
communism, and spanning the vast oceans. Thanks to the
camaraderie that has developed, I have traveled the
world with an amazing man and his family. I know of
Felix’s love of family, friendship, and profession. He
was a magnificent professor at the woman’s college where
he taught Spanish and managed to develop the same
passion and love as demonstrated through his beloved
“Cartas a Ofelia”.
I
have finally come to realize that I too share his three
loves. I love my family like a tight-knit group and
value it as one of life’s most valuable possessions; I
love friendships that have strengthened me over time and
allow me to grow as a human being, and; I have come to
pour my heart and love in my profession, as I have
learned from Felix’s unwavering compassion. I, like
Felix Jose, am an educator and have managed to bestow my
knowledge on the young minds of our country. With
approximately twenty years to my credit, I am still a
novice by his standards but continuously pride myself on
making every day count and by teaching from the heart, a
trait I credit only to Felix Jose.
One
ultimate request from Felix in this dedication is that I
devote my writing to someone worthy. I bestow that
honor upon the individuals who God placed in my path to
save me, my husband and my Mother-in-Law. I have lived
the most happiest of moments with these beloved
individuals and have experienced the greatest joys,
adventures, and breath-taking instances with each and
every single one. Above all, I bestow a great honor to
my husband, Alfredo Serra. Words cannot convey how I
truly feel about the love we have shared, but know that
our story still has many exciting chapters to be
written! Finally, I thank the lord God for the presence
of those who touch my life on a daily basis. To you
God, I bestow the highest of honors.

Gelsys
Román Quintana,
La
Habana, 1965.
Miami, 10 de noviembre de 2015.
Son tantas las cosas que puedo
decir de mi gran amigo Félix José, que no me alcanzaría
un prólogo para escribir sobre él. Nunca pensé en los
años que tengo, ser partícipe de un libro y lo más
sorprendente… escrito por él.
Nos conocimos en el año 1964. Fue
testigo de mi gran historia de amor con el hombre de mi
vida. Coincidíamos en muchas fiestas de Quince, tuvimos
una adolescencia maravillosa, en la que los amigos eran
amigos, él nos cuidaba y respetaba. Luego la vida nos
hizo tomar rumbos diferentes, él se casó y fundó su
familia.
Era profesor de geografía y también
traductor e intérprete de italiano. Gracias a esto
último, conoció a numerosos extranjeros, los que
posteriormente le ayudarían a salir de Cuba. Logró
obtener su asilo político en Francia en 1981 junto a su
esposa y su hijo de 5 años.
Gracias a su capacidad para hacer
frente a las adversidades de la vida, supo transformar
el exilio en fuerza motora para renacer y lograr salir
fortalecido en su destierro. Félix José ha sido el
arquitecto de su propio destino, por ello ha logrado,
no solo en el país que lo acogió junto a su esposa e
hijo, tantos reconocimientos y premios.
Pero para mí el más importante de
sus éxitos ha sido sus “Cartas a Ofelia”, que con su
facilidad de palabras (don que no poseen muchas
personas), nos cuenta con lujo de detalles: sus
experiencias del exilio, la historia del arte de los
museos que visita, sus viajes por 66 países hasta hoy
día, las obras de teatro que disfruta, las novelas o
los poemarios que lee, etc.
Lo cuenta con tanta pasión, que la
lleva a una de la mano. Sus crónicas han llenado las
páginas de 28 libros, que cultivan y… ¿Qué mejor
homenaje a Ofelia, su querida madre, que el de leer sus
libros?
Gelsys Román Quintana.

Doña
Mayra Senra Quintana.
Miami, 2 de Agosto de
2015
Siempre
se ha dicho que escribe quien tiene algo que contar.
Cuando los recuerdos afluyen a nuestra memoria… surge
la necesidad de contar lo vivido, lo aprendido, las
angustias y las alegrías.
Entre
esas alegrías está la petición de mi gran amigo Félix
José de que le escribiera el prólogo para su nuevo
libro -el tomo 28-. Al principio me paralicé y por
supuesto me sorprendió, porque no soy poetisa ni
escritora, pero me sentí halagada de que me pidiera ser
parte de su obra. ¿Cómo me iba a negar?
Nos
conocimos en el 1964 y desde entonces somos amigos. En
aquel tiempo de nuestra adolescencia, vivimos momentos
inolvidables que aún hoy, medio siglo después, siguen
latentes en nuestra memoria. Fuimos pareja de infinidad
de fiestas de Quinces. Íbamos a la playa, al teatro, nos
divertíamos, pues teníamos muchas cosas en común.
En
octubre del 1966 lo llamaron al servicio militar
obligatorio, por lo que sentí un gran dolor. Es
frustrante que te corten las alas y tengas que hacer
algo estando en contra de tu voluntad.
Conocí a
sus padres Ofelia y Amado, también a su hermano Juan
Alberto, a quien admiro y quiero muchísimo. Con todos
ellos compartí muchos ratos hermosos. Ofelia era una
persona muy jovial, pero de carácter. Siempre la
encontraba haciendo flores de papel sentada en la mesa
del comedor y por supuesto al tanto de todo el que
llegará a su casa. Amado siempre estaba pendiente de lo
que ella necesitara. Los dos eran extremadamente
serviciales.
Esa casa
tenía un don muy especial, tenía duende, como dicen los
españoles.
Transcurrieron los años…en el 1968 me casé, pero jamás
dejé de visitar aquella casa. Mis hijos acababan siempre
por “escalar” la gran reja de su sala.
En el
1974 se casaron Marta y Félix José. Fundaron una
familia encantadora, al tener un hijo al que llamaron
Giancarlo. Es un excelente muchacho que se casó con
Anne-Laure, una joven francesa fina, bella y culta, como
todos ellos. Tienen una niña y un niño preciosos.
Félix
José con su avidez de ampliar sus conocimientos, lo
mismo era guía turístico, que profesor de geografía. Con
esas habilidades pudo relacionarse con extranjeros, que
gracias a Dios le ayudaron a salir del país en 1981.
Al
llegar a Francia, país que les dio asilo político, como
todo principio fue duro y más sin conocer la lengua,
tuvieron tropiezos y muchas vicisitudes. Pero gracias a
su perseverancia y esfuerzo, lograron lo que no
pudieron en su tierra natal.
Considerando a Francia como su Patria de adopción,
gozando sobre todo de la Libertad de Expresión que le
fue negada en su país de origen, Félix José comenzó a
escribirle cartas a su madre semanalmente, contándole
sus experiencias vividas en el exilio, los viajes
relatados con lujo de detalles, su vida cotidiana, los
libros que leía, los museos que visitaba, etc.
Como
profesor, sabía cómo lograr que todos se interesarán
por la lectura de sus Cartas a Ofelia, porque no sólo
ella las leía, sino que el vecindario estaba ávido de
conocer cosas, aunque fuera por medio de una carta. Los
vecinos iban a casa de Ofelia y Amado y copiaban a mano
las cartas y así comenzaron a circular por Centro
Habana.
Al
fallecer su madre en 1988, una gran amiga nuestra le
sugirió que continuara escribiendo sus Cartas a Ofelia,
pero para el mundo. De ahí surgió la idea, por lo cual
hay que agradecerle infinitamente a Taide.
Doña
Ofelia Valdés Ríos es la autora intelectual del
prestigio adquirido por su hijo, reconocido escritor.
Este es el tomo 28 que recopila las más recientes Cartas
a Ofelia en sus 500 páginas. Sus crónicas publicadas en
Francia, España, Bélgica y los EE.UU. fundamentalmente,
le han permitido ganar siete premios internacionales.
Excelente profesor universitario, no sólo escribe sus
crónicas en español sino también en francés e italiano.
Con las
Cartas a Ofelia recorremos países transportándonos con
su lectura, nos actualizamos políticamente, ampliamos
conocimientos sobre obras de teatros, literatura y
cultura en general, caracterizadas por su realismo y
brillante redacción.
Doña Mayra Serra Quintana, logró partir de Cuba rumbo a
Venezuela en 1978 junto a su esposo -ex prisionero
político- y sus dos hijos menores de edad.
Posteriormente la familia se trasladó a Miami. Donde
desde entonces Mayra trabaja como secretaria medical.

La Dra. Matilde L. Álvarez
Miami, 10 de junio de 2015
El 30 de mayo de este año recibí un correo electrónico
de Félix José diciéndome “deseo que me hagas el favor
de escribir el prólogo de mi nuevo libro”. Me dije
¿favor? ¡Dios mío, si es un orgullo para mí que me lo
pida este extraordinario cronista y escritor que además
es un amigo entrañable! Nunca había escrito uno para
nadie y que el primero sea para él, lo considero un
honor.
Escribir un prólogo para el nuevo libro de Félix José,
tomo VII titulado “Desde las orillas del Sena”, es bien
fácil. ¿Por qué digo que es fácil? porque hay muchísimos
calificativos que se pueden usar para hablar de la obra
de este escritor cuando se tiene el talento que tiene él
para escribir tan bien sobre las cosas más disimiles.
De algunas de ellas hablare más adelante. Es además
fácil, porque él sabe trasmitir en sus escritos su
calidad como un ser humano extraordinario, un caballero
que destila siempre en ellos su hombría de bien.
Hace relativamente poco tiempo que nos conocemos pues
fue solo a mediados del año pasado. Este poco tiempo de
nuestra amistad, como ya le dije a él en una ocasión, no
ha impedido que lo considere un gran amigo, pues entró
por la puerta grande que llega al corazón de uno.
Cuando comencé a leer sus escritos le pregunté que quién
era Ofelia y me dijo que su madre. Pensé, ¡qué suerte
que la tiene viva! Pero luego, al leer el prólogo que
hizo su amiga Taide al libro anterior de Félix José, me
enteré que su madre se había ido ya a la casa de Dios.
Cuando Ofelia vivía y él ya estaba en el exilio, le
mandaba sus impresiones y experiencias en unas cartas
semanales (de 1981 a 1988), que desgraciadamente se han
perdido. Cuenta Taide: “cuando Ofelia murió (1988)
Félix se derrumbó en ese lejano París. Mi esposo y yo le
dimos el consejo de que siguiera escribiéndole a Ofelia
pero poniendo las cartas en Internet.” Gracias a
Dios y para nuestra suerte, así lo hizo.
Me pareció muy acertado que él comenzara este libro con
un párrafo de Miguel de Cervantes Saavedra sobre la
libertad. Ese preciado don sin el que no se puede vivir
y que los exilados (él y yo entre ellos), sabemos bien
el precio tan grande que hay que pagar para tenerla.
¿Sobre qué temas escribe Félix José sus crónicas? Sobre
todo lo habido y por haber. La diversidad de sus temas
es sencillamente increíble. Sus descripciones sobre las
exposiciones de arte son las de un profesor de Historia
del Arte, con una habilidad muy especial, son tan
amenas, que nos hacen sentir que estamos con él
recorriendo las galerías. En este tomo Félix José
describe como el mejor guía turístico el viaje con su
bella esposa Marta, (“la mujer de mi vida”) en un
crucero, visitando nada menos que 11 islas del Caribe.
En este tomo nos puede hablar de la
moda como lo
hace en “Jean Paul Gautier” (el niño rebelde de la moda)
describiendo su trayectoria; dentro del arte nos
puede hablar de la exposición de las 10 obras de Picasso
en el Museo del Prado; de un tapiz valiosísimo de
lana y seda en el Museo de Huesca: “La Virgen y el Niño” ;
de la exposición “No ver, no oír y callar” en el
Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, para analizar el
arte en los últimos 25 años; de cine cómo Josef
von Steinberg descubre a Marlene Dietrich; sobre conciertos
como los trasmitidos por el Museo Reina
Sofía: sobre fotografía como la obra de la
mejicana Lola Álvarez Bravo; de asuntos políticos
como la agresión a los miembros de la disidencia cubana
en la Cumbre de Panamá y “el plan demoledor de Maduro”
en Venezuela; análisis filosóficos como las
inconsistencias de Alejo Carpentier sobre la libertad;
sobre la visita del Presidente de Francia a la dictadura
cubana; y la mejor manera de combatir el terrorismo; de
literatura: Carta y versos de José Martí a su
madre. Al final de esta crónica Félix José le escribe a
su madre, ya fallecida, este hermoso párrafo por el Día
de las Madres: “Querida Ofelia: Sólo me resta decirte
que te amo y te amaré más allá del final de mi tiempo. Y
como cada año desde que te fuiste tengo una vela
encendida junto a una orquídea morada, tu flor
favorita”.
Quiero agregar que en la crónica “No existe real
ciudadanía en el marxismo” de Rafael Marcano desde
Caracas, Félix José, sin ser economista, nos ofrece un
análisis sobre la economía de mercado y el capitalismo
que considero antológico.
En este tomo Félix José comparte con sus lectores una
traumática experiencia, la usurpación de su identidad en
el “Diario de Cuba” en Madrid. Sin relatar los detalles
que tan bien explica él, quiero decir que en medio de
ese terrible episodio que le tocó vivir, debe de tener
la inmensa satisfacción que salieron a defenderlo de
todas partes, desde el Colegio de Periodistas Cubanos en
el Exilio, el Pen Club de Escritores Cubanos en el
Exilio, y muchos de sus numerosos lectores de todos los
rincones del mundo. Yo solo quiero repetir algo que le
dije entonces: “los tentáculos del gobierno
comunista de Cuba son muy largos”. Cuando lean lo
que Félix José escribió sobre este episodio tan injusto
de su carrera entenderán por qué le dije eso.
En este libro nuestro amigo presenta 12 crónicas sobre
su pueblo natal “Camajuaní”, que el titula “Del Central
Fé a París –El Camino de la Libertad”. Tengo que
confesar que con todo lo que he aprendido por las otras
crónicas de él, estas son mis favoritas y las he
disfrutado inmensamente. Ellas son como estampas
costumbristas de un pueblo específico de Cuba, nuestra
patria, pero que pudieran reflejar la vida en otros
pueblos también. En ellas, él presenta a su familia, a
sus amigos, narra las historias de lo que vivió, habla
de personajes sui generis de su pueblo, narra historias
muy cómicas y tristes también pero todo revestido de un
amor profundísimo por su pueblo.
Yo tuve la inmensa dicha que mi padre hizo suyo aquél
refrán de “conozca a Cuba primero y al extranjero
después” y quiso que yo conociera bien a mi patria.
Viajamos tanto por sus ciudades y pueblos, que así la
conocí y además aprendí a valorar a nuestros guajiros,
como los seres más generosos del mundo que compartían
con los amigos o visitantes lo que tenían, a veces lo
poco que tenían. Yo soy habanera y adoro y añoraré
siempre a mi Habana Vieja donde nací y me crié, pero
siempre he pensado que nuestros guajiros eran los seres
mejores de nuestra tierra.
Voy a terminar este prólogo con algo que Félix José
escribió en una de estas crónicas que me caló muy hondo:
“me gusta lo popular cubano, la gente que está cerca
de sus raíces, de lo genuino, detesto la arrogancia y la
altanería, soy un guajiro cubano”. Y agrego
yo, un guajiro cubano que es un extraordinario escritor,
que ha recibido innumerables premios internacionales,
políglota pues escribe en español, italiano y francés,
que ha creado con su esposa Marta una familia ejemplar,
que es fiel y gran amigo de sus amigos y un hombre que
expresa su ternura sin miedo como la que siempre le
regala a “Ofelia” su madre querida.
Doña
Matilde L. Álvarez,
nació en San Cristóbal de La Habana, Cuba. Se graduó de
Doctora en Filosofía y Letras de la Universidad de su
ciudad natal y de un Master of Sciences in Human
Services (summa cum laude) de Nova University en los
EE.UU. Es autora de cuatro bellos poemarios: “Perfumes
del mar y mis recuerdos”, “Encuéntrate conmigo en las
estrellas”, “El cofre de mis recuerdos” y “Con mis
blancas palomas”. Es miembro del
PEN Club de Escritores Cubanos en el Exilio, de
Herencia Cultural Cubana y del Comité Ejecutivo de la
NACAE (National Association of Cuban-American Educators).

Doña
Taide Echeverría Reguera
Miami, 10 de abril de 2015.
Hoy al despertarme recibí una
llamada desde Francia de mi querido amigo Félix José, no
me extrañó pues lo hace muy a menudo, pero cuando me
dijo para lo que me llamaba, casi me muero de un infarto.
Quiere que le escriba el prólogo de su último libro y…
tan pronto como ya. ¿Pero cómo yo? ¡Yo que jamás he
escrito nada! Además, los prólogos de sus libros han
sido escritos por: periodistas, licenciados, poetas,
escritores, catedráticos, personas que han sido
premiados en las artes y las letras. Yo solo terminé la
Secundaria Básica. Pero eso sí, conozco a Félix y a casi
toda la familia desde muy temprana edad, por las vueltas
que da la vida. Así que escribiré lo que sé, lo mejor
que pueda… a ver cómo me queda.
Viví en el mismo barrio que
Félix José desde los 5 años, pero no fue como hasta los
doce, cuando lo conocí por medio de su hermano Juan
Alberto, al empezar en la Secundaria Básica Felipe Poey.
Comencé a ir a su casa a estudiar. Del estudio pasamos a
ir a las fiestas juntos y Félix nos acompañaba. Salíamos
los tres juntos , y me acostumbré a visitar la casa.
Ofelia no había tenido hijas, por lo cual siempre se
desvivía conmigo. Si yo me hacía un vestido nuevo, antes
de salir a pasear, tenía que pasar por su casa para que
ella viera como me quedaba y me diera el visto bueno.
Conocer a Félix José y a su
familia, es una de las mejores cosas que me ha pasado en
la vida, pues me ofrecieron una segunda familia en el
momento en que yo no tenía ninguna.
Siempre que una llegaba a la
casa de la calle Soledad # 507, todo era risas, desde
que entrabas hasta que te ibas, porque Ofelia cada vez
tenía el último chiste. Ella y Amado eran como Lucille
Ball y Ricky.
¿Qué puedo contar de Ofelia
que no hayan dicho ya? Creo que fue muy feliz en la vida
y en su matrimonio. Al menos por lo que yo vi, hizo
siempre su voluntad, además, para ello tenía a su amado
Amado, valga la redundancia, el que la complacía al pie
de la letra, aunque a veces rezongaba. Pero creo que era
para darle énfasis al asunto, o para que ella le dijera:
“Ay Amadito ven acá mira, es que tú sabes….” Cuando él
se le acercaba, ella le daba un beso y él se iba a
cumplir el deseo a su amada Ofelia. Fueron una pareja
feliz, como no quedan muchas.
Así Soledad 507 se convirtió
en el centro de reunión de numerosos amigos del barrio
para: noticias, chistes, anécdotas y comentarios
anticomunistas. Eso fue lo que dio lugar a que cuando
Félix José empezó a escribirle las cartas a Ofelia desde
Francia, ella se las leía a todos los que iban en busca
de las buenas nuevas. Esas cartas se fueron
popularizando por el barrio.
Cuando Ofelia fue llamada por
Dios en el 1988, Félix se derrumbó en ese tan lejano
París. Mi esposo y yo le dimos el consejo de que
siguiera escribiéndole a Ofelia, pero poniendo las
cartas en Internet. Estábamos seguros de que al igual
que en el habanero barrio de Cayo Hueso habían gustado
tanto sus cartas, a otras muchas personas les gustarían
también. Así lo hizo. Ya ha escrito más de 3, 300 cartas,
las que también han sido publicadas en 25 libros. Es una
lástima que no haya podido recuperar las que le había
mandado a Ofelia, desde el 1981 cuando logró salir de
Cuba, hasta el 1988.
Sin proponérselo, así como
grandes pintores han inmortalizado iglesias o personas
con sus obras, Félix ha inmortalizado a Ofelia con sus
Cartas a Ofelia.
Nosotros partiremos, pero las
próximas generaciones cuando lean sus Cartas a Ofelia,
disfrutarán al hacerlo, descubrirán lugares e historias
que no conocían y sabrán que esa señora, Ofelia, no fue
solo un nombre sino una mujer real, que existió con
corazón y alma nobles, siendo plebeya.
Taide Echeverría Reguera
París, 10 de noviembre de
2014.14.

Florita Villar Bahamonde.
A
finales de los años sesenta conocí a mi amigo, Félix
José Hernández. Y cómo lo conocí, se preguntarán. Pues
en una fiesta, en la pista de baile, en el reparto
Habana del Este. Félix me invitó a bailar y quedé
impresionada porque además de ser un buen periodista y
un excelente profesor, Félix es un gran bailador.
Después de la presentación
habitual, Félix me dijo que vivía en Centro Habana, nada
menos que en Soledad entre Zanja y San José. Descubrimos
entonces que éramos vecinos y que no nos conocíamos.
Nosotros vivíamos en Cayo Hueso, pero Cayo Hueso no
vivía en nosotros.
Todas nuestras actividades sociales
y culturales, se desarrollaban fuera del barrio. Sí,
conocía a su mamá, Ofelia, pero no a su hijo, quien se
convertiría en uno de mis mejores y viejos amigos.
¡Quién no conocía a Ofelia en el
barrio de Cayo Hueso!
Aquella señora confeccionaba sus
flores en la sala de su casa. Recuerdo verla a través de
la ventana, bien vestida, arreglada como si fuera a
trabajar a una oficina. Ofelia era una mujer presumida,
agradable, en resumen, una gran dama.
No hay que asombrarse de la
elegancia y el buen gusto de Félix. En pleno corazón de
Cayo Hueso, rodeado de delincuentes, Félix era lo que
sigue siendo hoy en París: un hombre elegante, refinado,
educado.
¿Quién hubiera podido imaginar,
aquella noche en La Habana del Este, que nos
reencontraríamos en París?
Después de la salida masiva de
muchos de nuestros compatriotas (los llamados marielitos),
de los años ochenta por el Puerto del Mariel, conocida
como el Éxodo del Mariel, Félix y yo, ya casados
respectivamente, nos encontramos desempleados, mal
vistos en el barrio o ignorados por los que no
querían comprometerse saludándonos.
¡Éramos gusanos! Sólo nos faltaba la estrella amarilla
en el pecho.
Nos seguimos viendo, seguimos
conversando sobre nuestras respectivas situaciones
personales y sobre todo sobre cómo salir del país. Un
buen día Félix me comunicó, que la Embajada de Francia
en La Habana, estaba dando algunas visas, allí fuimos mi
esposo y yo obtuvimos las nuestras.
Félix salió de Cuba con su esposa
e hijo en 1981. Un mes después, empezaron a llegar las
cartas de Félix a su querida Ofelia; nacen en ese
momento Las Cartas a Ofelia. Aquellas misivas eran
esperadas por un gran número de personas del barrio y yo
era una de los fans de aquellas cartas-crónicas, que
venían de Francia. Venían de otro mundo, de un mundo
donde la gente tenía proyectos, sueños. De un mundo
donde querer viajar, irse a otro país, no significaba
ser apátrida.
Félix le contaba a su madre, a
través de este diálogo permanente, el acontecer
sociopolítico francés, el funcionamiento y los códigos
de esa nueva sociedad a la cual él y su familia trataban
de integrase.
En 1982, reencuentro a mi amigo y
familia, en su apartamento de las afueras de París. Tres
años después, tuve el honor y el placer de tener a
Ofelia sentada en la Catedral de Nuestra Señora de
París, en el bautizo de mi hija Romy.
No es necesario explicar cómo
Félix y su familia triunfaron, sencillamente lo lograron.
Se hicieron de nuevas relaciones, trabajaron y le dieron
una excelente educación y formación a su hijo, viajaron
y viajan libremente por el mundo. Después de una gran
pesadilla, el réconfort bien merecido.
De las crónicas de Félix, pues qué
puedo añadir que no sepan todos sus amigos y lectores.
Félix nos sorprende, nos distrae, nos enriquece
intelectualmente. Sus crónicas son una paleta de
curiosidades, de experiencias vividas. Con él vamos en
un crucero por el Mediterráneo, visitamos los museos
europeos, súbitamente estamos en Miami, días después nos
encontramos en Camajuaní, su tierra natal, rodeados de
todos esos recuerdos y anécdotas familiares, que sólo él
sabe compartir con sus amigos. ¡Cuántas experiencias,
cuánta cultura, cuánta cubanía!
De todos los libros de Ernest
Hemingway, hay uno que siempre ha retenido mi atención,
se trata de París era una fiesta, en francés: Paris est
une fête.
Las crónicas de mi amigo, Félix, me
hacen pensar en este libro porque Las Cartas a Ofelia
son una serie de recuentos sobre lugares, ambientes,
gentes, encuentros, a la manera de Hemingway. Aún cuando
aborda temas nostálgicos, Félix lo hace con finesa, con
elegancia. Hay siempre alegría y optimismo en las
crónicas de Félix.
Si ayer fui fan de las Cartas a
Ofelia en la calle Soledad, hoy lo sigo siendo,
virtualmente, en París.
Gracias, Félix, por tus Cartas a
Ofelia, gracias por tu amistad”. Flora Villar Bahamonde.
Flora Villar Bahamonde
nació en La Habana. Bibliotecaria, trabajó como
profesora en la Escuela de auxiliares de bibliotecas
escolares en La Habana. Dirigió la biblioteca de la
secundaria básica José Antonio Echeverrría, en La
Manzana de Gómez en La Habana. Cursó estudios de
Biblioteconomía e Información científica en La
Universidad de La Habana. Vive y trabaja como
bibliotecaria en París desde 1982.
¿Qué
comentario podría poner que comprenda todo lo que se
siente al leer tantas cosas interesantes? Gracias por
tenernos actualizados. Gracias por ser amigo de todos
los que como usted estamos lejos de nuestro país y
queremos saber un poquito de toda la actualidad en
Francia ,en Cuba, etc. Saludos de una amiga y lectora.
Sumeria Hernández. Francia.

Madame
Joëlle Fuchs.
París le 14 septembre 2014.
Je n'ai lu qu’une partie des lettres à « Ofelia »,
mais je suis frappée par la puissance d’observation de
Félix tout est objet d’attention, de réflexion… Ses
nombreux voyages de part le monde révèle sa soif de
connaître, lui qui était avec sa famille, comme beaucoup
de cubains, prisonnier de son île… Île qu’il aime tant
et où il rêve de retourner.
Sachant que j’allais faire un séjour à Cuba (en
2001), il m’avait demandé de lui rapporter un peu de la
terre de son pays… « lagarto verde / con ojos de piedra
y agua » et c’est dans la vallée de Viñales, au milieu
des champs de tabac que je l'ai ramassée et mise en
bouteille !
Quelle souffrance que celle de l’exilé! J’ai connu
Félix en 1983 rue de Saints-Pères à Paris lors d’une
session pédagogique – notre conseiller nous l’avait
présenté et tout de suite nous l’avions apprécié – Il
était passionnant et émouvant avec son charmant accent.
Et que de questions nous avons posées !
Nous étions tous et toutes ignorants de certaines
réalités. Le conseiller pédagogique nous avait suggéré
que, pour l’aider, il vienne dans nos écoles. Il est
donc venu dans mon école plusieurs fois, parler de sa
vie passée, de la vie à Cuba. Les élèves, intéressés,
étaient surpris par certaines de ses phrases : « vous
êtes tous riches, vous ici vous êtes riches de la
Liberté …»
Et maintenant, depuis peu, Félix tu es à la retraite…
mais je sais que tu ne vas pas t’arrêter d’écrire, de
réfléchir, de nous faire partager tes joies, tes peines…Tu
as une femme courageuse, un fils brillant et deux petits-
enfants qui doivent être fiers de toi.
Merci pour ton amitié,
Joëlle Fuchs.
Ancien professeur d’espagnol.
N Normandie,
le 28 mai 2014.
Rue des Saints
Pères à Paris. Un mercredi de printemps 1983. Réunion
de professeurs, autour d'un poème de Nicolás Guillén :
TENGO.
Monsieur Pérez, notre conseiller pédagogique , nous
annonce la venue d'un exilé cubain qui allait nous
donner quelques explications pour le commentaire de ce
poème .
Ainsi, j'ai fait connaissance de Félix, un bel homme
élancé, très élégant dans son costume trois pièces bleu
gris ...le seul costume qu'il avait emporté , au moment
de son départ pour Madrid-Paris ...nous confiera-t-il.
Nous voulions tout connaitre : sa vie à
Cuba, les raisons de son exil, sa nouvelle existence.
Félix était intarissable. Il parlait vite et nous
écoutions avec bonheur son accent si particulier.
Cet homme, qui avait tout quitté, qui
recommençait à zéro, nous impressionnait prodigieusement
!
C'est ainsi qu'il est venu dans mon
école, parler de son île adorée, commentant de superbes
diapositives, devant des élèves subjugués. Puis, il est
venu en Normandie, chez moi, avec sa femme Marta et son
petit garçon Giancarlo. Trouville, Honfleur,
Deauville, les plages de Débarquement , tout
l'émerveillait. Que de bons moments passés ensemble!
Certains de mes élèves, qui furent
interrogés, à l'oral du bac, sur le poème Tengo, eurent
une très belle note. Les examinateurs devaient se
demander pourquoi ils en savaient autant!
Et, depuis trente ans, Félix envoie des
mails et des photos. Son œuvre, Cartas a Ofelia, est une
mine de renseignements sur les expositions, le théâtre,
la musique, les romans... Et ses récits de voyages,
truffés d'anecdotes, sont passionnants.
Sa façon de partager ses peines, lors de
la disparition d'un être cher, ou sa joie lors d'un
anniversaire de mariage, et surtout à l'occasion de la
remise d'une récompense , est tellement émouvante...
Oui, tu as la LIBERTAD, tu peux
t'exprimer, Félix, tu peux partager tes émois ... Tes
souvenirs t'emmènent sur des sentiers anciens...
« Tengo el gusto de andar por mi país »...
dit Juan.
TU PAÍS .....

Jeanne Marie Nicolas.
Professeur d'espagnol.
“A Orillas
del Sena” (Tomo II): Una fiesta y banquete en espera.
Cuando por
correo electrónico regularmente recibo correos como es
costumbre, llegó a mí en Pdf, la Obra, “A Orillas del
Sena” (Tomo II), del Lic. Félix José Hernández
Valdés, autor constante de Cartas a Ofelia,
en su blog. Profesor y escritor de grandes
inquietudes, y de una dimensión carente de fronteras, la
que para mí, y en lo que cuenta, ha llegado a
convertirse en La Ventana de más Luz, en París.
Logró pues
éste envío, por unos instantes, llevarme a tomar una
pausa, de lo que con entusiasmo y amor de abuela, me he
dedicado a escribir, por cerca de dos años, haciendo a
un lado, obras casi listas a ver luz. Ésta, una pequeña
obra de familia, que me atreví a llamar ¡Azul…! La
germinación de la Semilla del próximo Árbol y la próxima
Flor.
Libro
dedicado a mi nieto, donde abarca el tema desde cuando
él mismo escogió, quién iría a ser su mamá. Ya que en un
momento de amor y éxtasis, de los que irían a ser sus
abuelos, y en el preciso instante de la concepción, el
niño logró infiltrarse, en la que ya había escogido como
mamá, para un futuro.
Comportamiento que luego de haber estado dormido en el
ser de su madre por un período de años; y con su mamá
convertida en mujer, y hecha toda una profesional, el
niño despierta de su sueño, queriendo venir al mundo
real, para también él llegar a ser persona de este mundo.
Así, que el niño se dedica sin su mamá llegar a
enterarse de su existencia como también de sus
propósitos, a emprender la búsqueda del ser que quiere
como papá. Finalmente logra su objetivo; donde, de ahí
en adelante, toma la identidad y comportamiento de
Cupido, entre sus padres, orquestándoles el amor. A
decir verdad
mi
nieto y yo, hemos hecho toda clase de travesuras, desde
antes de cobrar vida, y luego de su nacimiento, hasta
alcanzar su primer año de evolución y crecimiento.
Como
lo mencionara anteriormente, mi pausa fue un suspenso
colmado de inquietudes, al querer de una buena vez,
devorar más de las 500 páginas de la obra colmada de
arte, historia, viajes y enseñanzas, amén de tres
idiomas: Español, Francés e, Italiano.
Como
tengo conciencia de la esencia intelectual, del Lic.
Hernández, me dispuse con gran sentimiento y pena,
aceptar la disciplina, y aplazar mis momentos de euforia,
fiesta y banquete. Ya que sus obras, y más ésta, invitan
al afortunado lector no solo a disfrutar de las letras
que, acompañadas van por un desfile de fotografías, que
dan cuenta de las enseñanzas del maestro. También te
invitan a viajar con el escritor, escuchando y
deleitándote al mismo tiempo.
Podrán pues ver, que la disciplina del escritor ganó; ya
que debía continuar la tarea en que repito, he estado
trabajando a la par con el pequeño. Ya que estoy
arribando al final del libro, cerrando etapas y círculos.
Debo
confesar, que me he vuelto una niña un tanto alocada;
escribiendo, gozando y creciendo a la par con mi nieto.
Todo en medio de un torrencial de emociones preñadas de
sueños e ilusiones, ya que hace 23 años, por vez primera,
supe que había ganado el título de abuela, cuando
aprisioné entre mis brazos, el fruto de una de mis hijas,
una hermosa y picaresca, Estrella. Y, ahora, y como para
confirmarlo he recibido como regalo del cielo, y por
supuesto de mi hijo, un resplandeciente Lucero.
Ahí
fue, donde me desboqué a escribir, sumado a la sorpresa
de que no he sido yo sola la que escribo, no; también el
pequeño querubín, me ha seguido el juego, aún desde
antes de su nacimiento. Así que para concluir comparto
uno de mis sentimientos con éste pensamiento, salido
desde mi otro yo:
“Recuerda
que tú eres el escultor de la más hermosa obra:
“Tus hijos, tus nietos” Y, que
antes de ser padres, o, abuelos, también fuimos unos
niños. Cuidemos pues de no dañar tanta belleza.”
Pido
pues al Lic. Hernández y al lector, la gracia del perdón;
y que comprendan mi razón valedera de posponer mi fiesta
y banquete. ¡Felicitaciones…! Ya que vamos
escalando la empinada, para no descender; sino,
continuar la marcha hasta llegar a la cúspide, que es
donde el autor de esta obra ha ido llegando. No tan
fácilmente, se llega a la 22ª edición; ya que quien
escribe, sabe la ardua, y responsable tarea que escribir
implica para ser leído. Gracias por comprenderme.
Cordialmente,
Martha Salazar Quintero
Union City, New Jersey.
USA. Enero 25, 2014
París, 10 de enero de 2014.
Al
leer Desde las orillas del Sena, pensé inmediatamente en
Federico García Lorca y la famosa escena del Cante Jondo,
en la cual el teniente coronel de la Guardia Civil le
pregunta al gitano dónde estaba y qué hacía antes de que
le detuviesen :
« Teniente
coronel
¿Dónde estabas?
Gitan
En el puente de los ríos.
Teniente coronel
Pero, ¿de qué ríos?
Gitan
De todos los ríos.
Teniente coronel
¿Y qué hacías allí?
Gitan
Una torre de canela »
Igual
que el gitano-poeta de Federico García Lorca, Félix José
vive en el puente de todos los ríos y escribe desde las
orillas de todos los mares del mundo. Su exilio le llevó
a embarcar y desembarcar, a recorrer caminos sin fin y a
emprender viajes agotadores o exaltantes. Desde las
orillas de un pasado aún hiriente y de un futuro siempre
urgente, él también va construyendo su propia torre de
canela, una torre que huele a libertad y alivio : sus
crónicas, sus Cartas a Ofelia.
Si a veces deja las orillas del Sena, es para alcanzar
otras orillas, otras costas, otras historias, otros
pasados, otras formas de vivir, hablar, comer, reír y
ver el mundo. De ahí que las numerosas escalas del Costa
Mágica de sus cruceros nunca sean meras paradas
turísticas : les permiten saborear cosas nuevas,
inéditas y sorprendentes que a lo mejor encierran algo
conocido, imperceptiblemente familiar que se quedó
allí, en su pasado íntimo y vedado.
"Je
dis: une fleur! et, hors de l'oubli où ma voix relègue
aucun contour, en tant que quelque chose d'autre que les
calice sus, musicalement se lève, idée même et suave,
l'absente de tous bouquets."
Al nombrar las cosas, al verlas y escribirlas, Félix
José las salva del olvido y de la tragedia de la
ausencia.
Félix José Hernández es mi colega. Tuve la suerte de
compartir con él inolvidables momentos en la institución
escolar donde ambos damos clases de castellano. Durante
aquellos seis años de complicidad, me habló mucho de su
concepción de la libertad – una libertad entera, firme e
intocable, del dolor del destierro – algo que mis
propios abuelos vivieron después de la Guerra Civil
española - y de su ansia por viajar, ver cosas y
compartirlas con la gente.
En todas sus crónicas, aparece, en filigrana, su
obsesión por la libertad. Ahora, él es un ser libre. Por
eso se expresa aquí en tres idiomas (castellano, francés,
italiano), por eso viaja por Italia, Grecia, España,
Europa del Este… y comenta las múltiples formas
artísticas, sean provocadoras o clásicas, de las
muestras del mundo entero.
« Vivir para ver »… O mejor dicho : « ver para vivir »,
en el caso de Félix José. Vivir a orillas del pasado y
del presente. Esta orilla, frágil e inquebrantable a la
vez, creo que el autor de este libro le dio un nombre :
la memoria de las cosas que siempre quedan por venir.
Georgia
Fribourg
tiene 35 años. Es normaliana, profesora « agrégée » de
castellano. Fue pluma del ex presidente del Senado y
periodista en el programa cultural Biblioteca Médicis.
Zaragoza, 4 de noviembre de 2013.
Somos los maños del Crucero por el Adriático, ya
quedamos entusiasmados de todo lo que nos contabas de
tus vivencias, pero jamás podíamos imaginar que fueran
tan tristes y a la vez tan maravillosas, si encima lees
parte, pues aun no hemos tenido tiempo de leer todas las
cartas a Ofelia, quedamos impresionados, sin saber con
que tan gran personaje hemos estado de Crucero. Estamos
seguros de que todo esto no lo hubieras conseguido sin
la compañía de Marta, pues tienes una mujer encantadora
a tu lado. Nosotros solo te podemos decir ánimo, pues
desde que hicimos el Crucero nos consideramos amigos
vuestros.
Muchos recuerdos para ambos y seguiremos leyendo todo lo
escrito.
Maricruz y Pascual
San
Juan, 20 de julio de 2013.
Es una fortuna tener un amigo como Félix José Hernández
Valdés, ya que él siempre se empeña en que sus amistades
trasciendan en la historia de su existencia, cuando te
ofrece su amistad quedas involucrado inmediatamente
entre su familia, su profesión, sus incontables viajes
que lo nutren de historia y una inconmensurable cultura,
así como en su incansable denuncia por la tiranía
castrista, la más larga y triste de Hispanoamérica.
¡Cuba, tierra donde nació mi amigo! ¡Cuba tierra de su
virtuosa prole familiar, la tierra de sus padres Doña
Ofelia y Don Amado! de su recordado Camajuaní, terruño
de su linaje que recrea en sus crónicas narrativas con
ansias de una patria soberana, próspera y democrática.
Benditos sueños los de mi amigo, sueños de todos los que
como él tenemos esa quimera.
Desde su bendecida orbe parisina, la cual le dio refugio
junto a su familia e ímpetu a sus alas literarias para
escribir sobre los ayeres de su vida y su presente
luminario, nos hace llegar la denuncia que hace ante el
mundo, del dolor y las injusticias que sufre nuestro
pueblo, sometido por la opresión de una dictadura
comunista, que trastocó la vida, los derechos y la
libertad de la nación cubana, desde hace más de medio
siglo hasta la actualidad.
Conocí a mi amigo Félix en mi juventud, tenía entonces
yo veinte años y fui a trabajar a la misma escuela donde
él era Profesor de Geografía, en la ciudad de La Habana.
Me llamó la atención inmediatamente, lo educado y
elegante que se veía. Sus clases eran como un viaje
real-imaginario a través del mapamundi, con vívidas
ilustraciones del lugar, mediante láminas y fotografías.
Todos los estudiantes y profesores comentaban cuando
pasaba por nuestro lado: “ese profesor sabe mucho”,
“nos gusta como enseña”, “es muy bueno en su desempeño”,
“es un hombre maravilloso”. También era traductor e
intérprete del idioma italiano y trabajaba para grupos
de italianos que visitaban a Cuba en esa época. Así fue
como lo conocí, siempre culto y muy profesional, por lo
que nació una maravillosa amistad que ni el tiempo, ni
la separación pudieron opacar. Unos quince años después
de él haberse exiliado, me llegó la hora de partir de
Cuba, le pedí ayuda; inmediatamente me la ofreció y
sentí de su parte aquella misma emoción que habíamos
experimentado cuando él logró exiliarse junto a su
esposa e hijo.
¡Excelente colega! ¡Excelente ser humano! Excelente
cumplidor de sus responsabilidades, discreto, respetuoso,
alegre, elegante, optimista, inmejorable hijo y hermano,
excelentísimo esposo y padre, él fue oasis, en aquellos
tiempos históricos tan difíciles, llenos de tensiones
políticas, de caos económico y del futuro incierto que
previó para su recién creada familia, así fue creciendo
nuestra amistad. Conocí de esa época dura y triste que
le tocó soportar cuando decidió salir de aquel infierno
comunista y el cruel tiempo de espera que tuvo que vivir;
cuando me dio la noticia de su salida definitiva del
país, sentí una inmensa alegría, lo consideré un regalo
de Dios muy bien merecido. Yo estaba segura de que
adonde llegara, daría honor al país que lo recibiera,
por sus sólidos valores cristianos, culturales y humanos.
Fue una merecida visa a la libertad que le concedió el
Gobierno de Francia, su querida Francia, su adorado
París.
Mi hermana Maribel, su esposo Raúl y mi sobrino Raulito
establecieron amistad con él, ya en el exilio y son como
su familia aquí en Puerto Rico, lo tratan como de la
realeza francesa cuando viene a Borinquen, hermosa isla
del Caribe, porque así han sido tratados ellos en París,
como realeza caribeña.
Bendecido siempre sea mi amigo y su amada familia, hoy
ya extendida en su amada Francia y Dios cuide de él para
que siga nutriéndonos con su amistad, su cultura, sus
nuevas experiencias, sus anhelos de una nueva Cuba y de
su aporte a la causa cubana.
Mi buen amigo, nuestro gran amigo, el maravilloso amigo
que multiplica su amistad más que las tres docenas de
puentes que tiene el Sena en París, así es Félix. Le
doy las gracias por solicitarme que escribiera un
prólogo para su libro crónicas “Desde las orillas del
Sena”. Gracias a él he conocido más sobre este
importante río donde la ciudad tuvo sus inicios y de
cómo fue desarrollándose en torno a sus riberas a través
de los siglos, de la evolución de su historia, sobre los
edificios y monumentos más importantes de esa hermosa
ciudad donde reside, recreándolo perfectamente en su
narrativa. Cuando leo o escucho cualquier noticia de
Francia, su imagen llega al instante.
Mi esposo Tony y mi hija Jenny lo admiran grandemente y
mi hijo Fernandito se llevó consigo al cielo esta
meritoria amistad, siempre se lo hizo saber en vida. Es
un honor para nosotros que entre su gente querida, que
hoy descansan en paz, esté mi hijo. Nuestra gratitud por
siempre amigo mío, amigo nuestro.
Un fuerte abrazo de nuestra parte desde tu también
Puerto Rico del alma.
Tus amigos: Neri Moya, José Antonio Más y nuestros hijos
Jenny Fernandito (EPD).
Pro.
Félix J. Hernández Valdés
Al leer el hermoso, y más justo de los Prólogos, como ha
sabido ser el escrito para, "Cartas desde París" Tomo
II, (Serie Cartas a Ofelia), de Félix J. Hernández
Valdés, me identifico plenamente, con la forma
intensa, de la escritora, Maribel Pérez Moya, con su
forma sencilla, elocuente, y elegante, al describir cada
una de las cualidades, y personalidad que adornan al
autor de la obra, como profesor, periodista, historiador,
y escritor.
Me expreso de tal manera, puesto que, a mí suele
invadirme de igual forma, no solo el pensamiento, sino
también el sentimiento, cada vez que tengo el privilegio
de abrir mi correo, para disfrutar leyendo, y viviendo,
cada uno de los apartes, y crónicas, de los libros del
profesor Hernández.
A decir verdad, desde la intimidad de mi hogar, recorro
en forma familiar, junto a él y su esposa Marta, a
quienes tengo el privilegio de conocer a través de la
distancia, y letras del escritor. Disfruto de sus viajes,
en forma plena; como también, siento y creo escuchar su
voz de profesor dictando cátedras. Ya que Félix J.
Hernández, tiene la habilidad de conjugar la palabra
escrita, bajo el "Arte del pincel", como "el más
renombrado de los pintores, de toda época "Para mí en lo
personal, los libros de Félix, son las más elocuentes
canvas.
Debo aquí, no sólo felicitar al autor de las obra, sino
también, a la joven autora del Prólogo, quien tuvo la
destreza de proyectar la imagen del autor de la obra,
como el más hablado retrato.
Sinceramente,
Martha
Salazar Quintero.
Union City, N.J. Julio 28 de 2013
Miami, 10 de julio de 2013.
Me ha conmovido la historia de la Madre Dinorah
Carmelita Descalza en La Habana. El mismo día que
falleció, llegaron seis monjas de México para apoyar y
cuidar de las nueve monjas que quedaban en Cuba, de las
cuales casi cinco pasan la tercera edad.
Leer: Misionarán a Cuba Monjas Carmelitas de Yucatán,
México (abril-2013).
Las madres tienen un criadero de gallinas dentro del
convento para poder sobrevivir, el cual está en muy mal
estado. Fue construido en 1927.
Desde Miami se les está mandando comida, medicinas y
artículos de aseo personal. Ayudemos a estas monjas y
este monasterio recinto de paz y amor para Cuba que
tanto lo necesita.
Como decía Santa Teresa de Jesús: “Nada te turbe y nada
te espante. Alabado sea Jesucristo”. Amén.
Dirección: Convento de las Carmelitas Descalzas. Calle
13 # 1251 entre 20 y 22. Vedado. Ciudad de La Habana.
Cuba. Teléfono: 011-53-7-832-1951.
Fernando Suárez
Miami, 25 de mayo de 2013.
Taide Rodríguez.
Hacía mucho que no entraba en tu página, por los motivos
personales que ya tú sabes, y siempre me maravillo, pues
cada vez está mejor y más bonita. Tus libros, con sus
narraciones y comentarios maravillosos, envuelven al
lector en un viaje sin fin por otras tierras
desconocidas o por situaciones simpáticas o de mucho
interés. Me encantaron tus fotos, creo que la última vez
que entré no las tenías. Que pena que Soledad #507 esté
tan diferente de lo que recordamos de ella, pero si
dicen que una persona no muere mientras alguien la
recuerde, creo que lo mismo ha de pasar con los lugares.
Tu casa seguirá ahí mientras los que la conocimos la
recordemos como era… ¿No? Felicidades por tus éxitos
presentes y futuros, porque sé que vendrán muchos más.
Tu amiga de siempre, Taide
San Juan, 19 de mayo de 2013
No tuve la dicha de conocer en persona a la Sra.
Ofelia Valdés Ríos, esa distinguida dama y gran madre de
la que todos hablan; pero me permitió, allá por el 1975,
conocer a su hijo, Félix José Hernández, joven fino,
elegante, del que cualquier señorita se enamoraría y
desearía que le pretendiera con ese porte de Lord inglés;
siempre pulcro, y perfumado en aquella Cuba en
decadencia; pero él sólo tenía ojos para Marta Fernández
Sardiñas: El amor de su vida. Admiro en él el amor y
respeto con el que habla de su madre, a tal punto que ya
me creo que yo también estuve en la calle Soledad # 507,
entre Zanja y San José, Centro Habana, Cuba, en la misma
sala de la casa de Ofelia, compartiendo con ella y toda
su hermosa familia. Conocí a Félix mientras era Profesor
en la Ciudad de la Habana, en la misma institución que
mi hermana Nery Moya. Ellos eran grandes amigos y me
deleitaba ante las tertulias entre los dos. Me di cuenta
desde la primera vez que lo escuché, que estaba en
presencia de algo así como una enciclopedia viviente.
Después de muchos años, ya en el exilio, mi hermana
estableció contacto, para que mi esposo, mi hijo y yo,
en uno de nuestros viajes, lo visitáramos a él junto a
su familia, en esa hermosa ciudad que es París. Desde
ahí nació una hermosa amistad entre nosotros. Me
maravilla el ímpetu que pone al mostrarle la ciudad a
cualquier persona, como si fuera la primera vez para él.
Claro, bajo una condición: que el mayor interés sea
depositado en la cultura y no en las compras. Siempre
que se le visite no permite respirar, porque
continuamente tendrá algo nuevo para mostrar en ese país
tan maravilloso. Es genial ir a los museos o a cualquier
punto de interés con él, porque conoce justo el mejor
punto de entrada y así ahorramos largas filas. Mi
familia y yo hemos viajado bastante y les juro que el
mejor guía de turismo que hemos tenido se llama Félix
José Hernández, ya que es quien mejor muestra y explica
todo, sin que se le escape algún detalle. En algunas
regiones de EE.UU. no estamos acostumbrados a caminar
grandes distancias, porque vamos a casi todas partes en
automóvil, unas veces por vagancia y otras por seguridad.
El primer día que salimos a pasear con Félix, caminaba
muy rápido y yo por tal de no quedar menos, corrí hasta
más no poder detrás de él. Cuando regresamos al hotel,
tuve que sumergirme en agua caliente dentro de la bañera,
tomar un relajante muscular y recibir un suave masaje de
mi esposo, para poder dormir. Concilié el sueño mientras
rogaba para que lloviera y así no tendríamos que salir
con él y podría irme de compras; ¡pero qué equivocada
estaba!: Al amanecer, con tremendo frío, nos esperaba en
el lobby como todo un gentleman. Tragué en seco,
desayunamos y… ¡a la calle otra vez! Nos dio otra dosis
elevada de cultura y a partir de ese día, hasta que
marchamos a Italia, nosotros éramos los primeros en
llegar al punto de encuentro acordado; nos mantenía en
pie la curiosidad por lo que nos iba a mostrar. Después
de esa primera visita a Francia, hemos realizado muchas
más; pero tomo la precaución de entrenar dos meses
antes, como si fuera para las Olimpiadas y así me
retraso menos. Es importante tener en cuenta que hay que
prestar mucha atención a todo lo que él explique; si no
entiende: ¡pregunte!; porque cuando se terminan las
visitas, invita a sentarse cómodamente en una terraza
parisina a beber un café y como todo buen Profesor de
Humanidades que es, hará un examen sobre todo lo que
explicó. Si yo viviera en una ciudad como París, me
sentiría igual de orgullosa que los franceses, porque
desde que vas a cruzar la calle o avenida que menos te
imaginas, puedes leer placas que identifican que allí
vivió Víctor Hugo o cualquier otro renombrado artista.
Jardines de Versalles, Museo El Louvre, Museo D’Orsay,
Los Inválidos, La Ópera, El barrio de Montmartre, el de
Montparnasse, La Catedral Notre Dame, El Arco de Triunfo,
Los Campos Elíseos, cenar en La Torre Eiffel, pasear por
el Sena en un barco, mientras cae la tarde. En fin,
junto a Félix, nunca se descansa, a pesar de todo lo que
sabe, le gusta que todos sean partícipes de lo que él
puede disfrutar a menudo. Se inició en la escritura sin
pensar en premios literarios, lo cual hace que sea
ingenioso y natural en su prosa a la hora de
presentarnos sus viajes o sus recuerdos y las
experiencias que ha adquirido. Posee una vasta cultura.
Sin dudas tiene que escribir para vaciar su mente. Él no
pregunta, va al lugar y conoce por sí mismo; luego opina.
Sabe buscar inspiración en los lugares más recónditos;
cualquier cosa lo inspira. Cuando nos informamos en sus
crónicas sobre determinado país, ciudad, iglesia,
monumento, pintura, literatura o visitamos en persona
cualquier lugar que él describe, lo que inicialmente nos
resultó quizás insignificante, nos damos cuenta
inmediatamente que allí hay un gran valor ya sea
histórico, religioso, literario, cultural, etc. No se
guarda para sí todo lo que aprende, al contrario, lo
comparte con todos. Yo lo veo como un gran Buró de
Turismo. Siempre que vamos a viajar, me comunico con él
y le consulto qué debemos visitar; jamás ha fallado.
Cuando viajo he llegado a lugares donde me parece que ya
he estado, al observar detenidamente, me doy cuenta
entonces que leí una crónica escrita por Félix antes de
llegar al lugar. Félix tenía un gran sueño: Ser libre y
vivir sin temores; encontró su camino al exiliarse en
Francia. Ama la libertad a plenitud. En sus geniales
crónicas, combinando magistralmente el lugar que nos
describe, evoca perfectamente la belleza de nuestra Cuba
antes del 1959, a través del pueblo de Camajuaní, las
calles habaneras, el Tennis Club, el Paseo del Prado,
etc.; así como una crítica perenne al régimen castrista,
para que el mundo no olvide que todavía en América
existe un país que anhela vivir democráticamente. En los
más de cincuenta y seis países que ha visitado, sabe
adaptarse a lo que se le presenta, busca más allá de los
lugares privilegiados. Le desagrada todo lo banal. En
cierta ocasión que visitó, junto a su esposa, la hermosa
isla caribeña de Puerto Rico, donde resido; los llevé,
temprano en la mañana, hasta la hermosa zona colonial,
patrimonio de la humanidad: El Viejo San Juan y los dejé
allí para que libremente ellos experimentaran y
disfrutaran del día. Les mostré en el mapa que todas las
áreas eran seguras, menos un barrio, que está fuera de
las Murallas y les advertí que no debían entrar, debido
a la fuerza que tiene ahí la delincuencia y ¿qué creen?
; fue el primer lugar hasta donde arrastró a Marta.
Cuando regresé por la tarde a recogerlos, me narró feliz,
cómo entró, entrevistó a personas y se sentó en la sala
de la casa de una Sra., la cual los invitó amablemente
con toda la sencillez del mundo, a compartir un
delicioso café boricua. Yo quedé anonadada. Cuando
recibo alguna de sus crónicas la abro expectante como
una novia, esperando carta de su amado, cuando te metes
en ellas, puedes leer su elegancia, es su voz, es como
si él estuviera hablando en persona y cuando termino la
releo hasta quedar repleta de la historia, cultura,
etc., de ese lugar. No es necesario ver fotos hechas con
cámaras; la magia de sus palabras te hace sentir junto a
él y Marta, sin estar ahí. Te envuelve de tal manera en
sus intensas narraciones que no puedes parar de leer y
cuando terminas, te provoca ansiedad porque Félix viaje
y escriba su habitual carta a Ofelia. Cuando quiera Ud.
viajar lejos, sin moverse del lugar donde se encuentre,
le invito a que lea sus crónicas. Cuando el famoso
escritor español Camilo José Cela (1916-2002), dijo
estas famosas palabras: “La más noble función de un
escritor es dar testimonio, como acta notarial y como
fiel cronista, del tiempo que le ha tocado vivir”. Sin
saberlo se estaba refiriendo a este excelente Periodista
que tenemos en Félix José. Maribel Pérez Moya, nació el
29 de enero de 1957, en la provincia de Las Villas,
Cuba. Es Licenciada en Educación, con concentración en
Lengua española y Literatura general, en La Habana,
Cuba. Ha realizado estudios humanísticos en la
Universidad de Alcalá de Henares, Madrid, España.
Actualmente es Profesora de Bachillerato en el Colegio
Nuestra Señora de La Piedad, en San Juan de Puerto Rico,
donde reside junto a su esposo e hijo, desde que se
exiliaron en 1985.
Maribel Pérez Moya
San Juan
19 de Mayo de 2013
New Jersey, 15 de Marzo de 2013.
Como punto de partida en
tarea que me honra, quiero compartir una frase que
escuché no sé de dónde, mucho tiempo atrás, pero que
logró calar hondo en mí. Simplemente decía: “Siente
el pensamiento, piensa el sentimiento”. Bien; con
esta frase, deseo acercarme al autor de esta obra de
Cartas a Ofelia. Te
escribo desde fuera de París,
por Félix José Hernández Valdés. Como
también al lector. Ya que deseo hacer entrega de lo
más recóndito, e íntimo de mi pensamiento: “Sin ser
abogado, siempre me está llamando ‘El Derecho en La
Filosofía del Arte’, en cuanto lo equitativo y lo
justo hacia las personas, las cosas, y las acciones.
“Trilogía que me conduce de la mano hacia la amistad,
el arte en toda la extensión de la palabra, y hacia
El Maestro, en su apostolado de enseñanza.”
Para mí, y en lo personal, éste es el
“Huerto donde se cultivan las más hermosas flores,
que crecen entre la sencillez y fragancia que saben
dar la albahaca, la yerbabuena, y el romero”. De
éste Huerto, citaré algunos de ellos. Pero dado que
el espacio apremia, serán comentarios cortos:
Eduardo J. Couture (1909-1956), Docente uruguayo en
Derecho, y Contribuyente a las Jornadas Del Colegio
De Abogados del Estado de Falcón, ²a etapa. Coro,
Septiembre de 1956, N°. 8 (pp.17 a 52) Los
Mandamientos de Couture, son una decena de reglas de
oro, como bien lo dice en el escrito. Por lo citado
acerca de “espacio”, anteriormente, me limitaré a
enunciar cada una de las palabras claves, en esta
regla de oro: Estudia, Piensa, Trabaja, Deber y Lucha por la
Justicia, Sé Leal, Tolera, Ten Paciencia, Ten Fe,
Olvida, Ama a tu Profesión.
Reglas que se pueden ver en (Los
Mandamientos Del Abogado. Ediciones Depalma, Buenos
Aires, 1976 (pp.16 y 17) Igualmente que en, (La
Poesía Y El Derecho. Academia Nacional de la
Historia. Caracas, 1983 Impreso en Venezuela por
Italgráfica, S.R.I. (pp. 155-156)_ Continuando con.
Paul P. Harris (1868-1947)Abogado de Racine,
Wisconsin, quien “Lanza desde Chicago la semilla que
ha germinado en el surco del universo, se trata de
Rótary, un puente de amistad, de concordia,
de paz, de mutua y sincera comprensión, tendido
entre los hombres y los pueblos, sin distingos
raciales, políticos, ni religiosos. Las Legiones de
rotarios en el globo…” También, se encuentra en el
mismo libro de La Poesía Y El Derecho (pp.148-149…).
Paul P. Harris, el padre de Rótary International,
idealista con mucho de poeta, escribió: “Rótary cree
en el hombre por sus merecimientos personales y
trabaja porque, ahora o mañana, pronto o tarde, el
hombre sea amigo del hombre” Podría continuar con un
desfile interminable que ocupan su puesto en este
Huerto, pero nuestro enemigo -tiempo y espacio,
llaman a cerrar con un pensamiento de Francesco
Carnelutti.(Udine, 15 de mayo- Milán, 1965) Abogado
y Jurista italiano, quien decía que: “El arte, como
el derecho, sirve para ordenar el mundo. El derecho,
como el arte, tiende un puente desde el pasado hacia
el futuro.”
¡Hoy! Y como parte del futuro, llegó
a este Huerto, el licenciado Félix José Hernández
Valdés. Era un 21 de febrero de 1949, en la Isla de
Cuba, en el hogar de la señora Ofelia Valdés Rùios,
cuando sonó un llanto anunciando nacimiento. Y, ¿qué
mejor jardinera pudo haber tenido el agraciado
chiquillo que Ofelia, prodigándole todo el amor y
cuidados que solo una madre sabe brindar? Ella;
quien con su amor materno, supo inculcar todos los “valores”,
con que hoy ya crecido, sorprende al mundo del
lector desde una de las ventanas de La Ciudad Luz.
El licenciado Hernández Valdés, que sin llegar tal
vez a imaginar desde el exilio y en su afán de hijo
ausente, comenzó un epistolario donde daba cuenta a
su progenitora de todos los pormenores de su vida.
Este mi querido lector, fue el
comienzo maravilloso de Cartas a mi querida
Ofelia, desde París. Que hoy por hoy llega a la
19ava edición. Correo del que todos tenemos el
privilegio de disfrutar por medio de la lectura, y
un ¡pasaporte universal libre! que transporta hasta
el más allá…“Libertad
de palabra, Libertad de Expresión.”
El licenciado Hernández Valdés, tiene
la capacidad no sólo del políglota (español, francés,
e italiano). Sino que también con su cualidad
polifacética, tiene la habilidad de vestir su mente,
y por ende la del lector, con toda clase de ajuares:
Arte, en toda extensión y gama: historiador, amigo,
periodista, escritor, ensayista, poeta, y muchos
otros atributos como hombre humano y sencillo, que
desconoce en su léxico, lo que es el egoísmo, ya que
él, sabe compartir y departir de una manera
contertuliana,como buen profesor y letrado, que
desconoce barreras y distancias. Ya que en una
narrativa pintoresca y de lección, lleva al lector
consigo en sus viajes de deleite, y culturalización.
De igual manera, que sus éxitos. no son sólo suyos,
ya que el lector llega a vivirlos con la misma
emoción, como si fuesen suyos, dado el pasaporte
universal con sello de sensatez, sensibilidad,
sencillez y conocimientos que El Maestro sabe
impartir. Regalías que, el lector goza desde la
intimidad del hogar.
Algo que sabe asombrarme, es que el
licenciado, hace una entrega solemne de sus
sentimientos, permitiendo al lector, llegar hasta su
“Zona Sagrada”: Los rincones de su
alma, cuando en sus memorias, también viste a su
lector con sus ajuares de infancia, de hijo, de
amigo, de patria, de exiliado, y mucho más, que sólo
sabe plasmar su pluma.
A mi manera de ver, y en palabras
simples, el Licenciado, Hernández Valdés, encaja en
las personalidades de quienes ocupan un lugar en el
“Huerto”, ya que dados sus propios méritos, él ha
entrado por sí solo a ocupar su puesto, amén de
tantos otros que he tenido que dejar en las sombras
de este hermoso jardín. Debo confesar que leyendo
Cartas a Ofelia, me ha llevado a tejer el más
preciado gobelino. Ya que acoge y enfila todas las
fibras, donde no pueden faltar hilos de plata y oro,
los que forman un “nimbo”, empotrado en ¡La Ciudad
Luz!
Ha sido para mí, motivo encomiable el
tratar de encuadrar tanta luz, irradiando la
multiplicidad del Licenciado, Félix José Hernández
Valdés. De quien espero todos sus lectores,
continuemos recorriendo los caminos de sus Letras y
Arte, en las inquietudes del ¡Maestro!
Martha Salazar Quintero
Martha Salazar Quintero-Fernández-
Nació en Santiago de Cali
Colombia._Grados: 1975 - Técnicas de Enseñanza:
Psicología, y Comunicación, Certificación en Co-op,
Centro Nacional de Aprendizaje. “SENA” (Bucaramanga)
-Finales de 1975 ingresa, E.U. como Residente, luego
de 5 años obtiene su Ciudadania de EE. UU. - 1981,
Obtiene Bachellor in Arts, Kean-College. Union,
N.J., - 1982, atiende Diseño en Fashion Institute
of. Technology New.York. Trabajo: Instructora
Nacional e Internacional: Centro Técnico de
Enseñanza “CETECOL” y “SENA”.- USA: Instructora, en
Adult Learning Center Community College, Hackensack,
N.J.(enseñanza de adaptación al nuevo sistema
estadounidense de grupos profesionales, Rusos) -
Instructora en diseño y manejo de maquinaria
industrial en Union City Board.of Educacion, para (grupo
cubano del Mariel) - .Pinta al óleo, paisajista, -
Gusta escribir entre novela, cuentos, ensayos,
poesías (10 0bras inéditas). Reconocimientos: Por
logros de enseñanza y servicios comunitarios, recibe
la llaves de la ciudad de Armenia y pergamino de
honor.- Diplona honoris causa en Cosmetología y
Belleza, de la Academia Internacional de Tunja,
Colombia. Asociasociones: Hermandades del Trabajo,
Barranquilla, Colombia, Circulo de Cultura
Panamericano. “CCP” Capitulo de New Jersey, Frente
De Afirmación Hispanista, A.C. México, Club Cultural
de Miami “Atenea”, Instituto de Cultura Peruana
“ICP” Miami.
Representa una inefable
distinción - que mucho me honra - que el escritor y
periodista Félix José Hernández Valdés, (Premio
Internacional de Periodismo 2012, del Colegio
Nacional de Periodistas de Cuba (en el exilio) - al
cual él honra con su membresía, me hiciera acreedor
del privilegio de poder prologar este nuevo libro
suyo (el décimo séptimo que publica) intitulado
Cartas desde París,
donde como en los anteriores suyos, aparecen como
trasfondo temático, sus ya tan famosas “Cartas a
Ofelia” que, como es sabido, están dedicados –a su
querida madre.
Y así recibo,
con los brazos abiertos, la mayéstica eclosión en el
ámbito literario, de esta nueva gema extraída del
joyel intelectual de este ilustre cubano, que tan
alto ha sabido poner el nombre de su patria no sólo
en tierras galas sino también en todo el mundo de
habla hispana y no hispana.
Porque sin lugar
a dudas, que este libro, por su variada exposición
temática, viene a robustecer con su valioso aporte
ilustrativo (enmarcado en las empíricas vivencias
cotidianas del autor), esa savia cultural de la que
siempre se ha nutrido la erudición humana.
Ya que nos llega
también, ataviado por las más policromas galas
descriptivas, donde se entrelazan lo artístico y lo
histórico, en el ¡ya tan conocido! – estilo
epistolario de Félix José, diademado por cierto halo
anecdótico, donde en una caleidoscópica amalgama de
atisbos insospechables, nos ofrece un desfile
teórico de los más disímiles temas.
Escrito en tres
idiomas: español, francés e italiano (con la
matizada peculiaridad, de que cada Crónica escrita,
en cualquiera de esta tres lenguas, sólo aparece en
una, lo que, incuestionablemente, lo dota con cierta
políglota jerarquía, que torna su estilo de escribir
en algo que casi raya en lo ‘sui géneris’, estas
Cartas desde París logran un perfecto equilibrio
armonioso, muy a pesar de su variedad temática.
Y es que en él
sus páginas, el teatro, la pintura, la música, la
historia, los museos, la poesía y la danza, se
proyectan, en su más magnificente exposición, a
través de una óptica, donde lo informativo se mezcla
con lo emocional, como en una apoteosis de luz
intelectiva, que viaja hasta la pupila del lector,
para estallar hecha mensaje, con las más
iridiscentes imágenes.
Porque él nos
lleva de la mano al mundo alucinante de la expresión
artística (en sus más diversas manifestaciones) y en
igual sentido, lo mismo al centro neurálgico de la
convulsionada Historia de Cuba, (con sus más
recientes e interesantes capítulos), que a la
prístina e ignota raíz de los más extraños rituales
ancestrales de exóticas culturas, a través de una
detallada narración que nos satura el espíritu con
la efluvios esenciales de un conocimiento
indispensable, para entender mejor el mundo que nos
rodea.
Por eso, le
advertimos al lector, que antes de comenzar a leerlo,
estrene su más suntuoso traje, porque será como si
entrara a un escolástico cenáculo, donde sólo le
espera la concreción de todo lo bello,
magistralmente traducido en palabras
Y para concluir,
acuciado por la brevedad del espacio de que dispongo,
me atrevo a decir, a modo de corolario:
“bienvenido sea
este nuevo libro tuyo, Félix José, ya que sólo
incienso y mirra perfumarán su tránsito hacia su
destino de gloria.
¡Y adelante los
dos!
Que si la Gloria
inmortaliza a los hombres – y yo así lo creo – sus
olímpicos laureles, esperan por ti, con este nuevo
libro debajo del brazo, para coronar la frente del
patriota, del escritor, del periodista y del gran
cubano que habitan en ti. Sergio Galán Pino.
Sergio
Galán Pino,
es un destacado poeta cubano que llegó al exilio en
1980. En 1984 publicó un libro-testimonio: “La
Embajada de Perú: Un salto hacia la libertad”, que
fue presentado, a modo de denuncia, ante la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la
Organización de Estados Americanos (O.E.A.) por el
Dr. Claudio Benedí, representante de la Junta
Patriótica Cubana ante ese organismo internacional.
Hombre culto, carismático y gran
orador, ha obtenido 18 prestigiosos premios
literarios en poesía y artículos periodísticos. Es
miembro, casi desde su llegada a los EE.UU., del
Colegio Nacional de Periodistas de Cuba en el Exilio
y ha trabajado como tal en varios órganos de prensa
locales. Sus versos han aparecido en numerosos
periódicos y revistas,
así como en varias antologías
poéticas.
¡Amigo!
No te
había manifestado lo atractiva que está tu página.
Invita a leerlo todo y no cabe duda de que atrapas
por la solapa a los lectores en cada artículo, en
cada sugerencia, en cada reflexión. De veras,
¡siento tanto que mi hermano, en Cuba, no pueda
leerlas! Él te diría: "¡se acabó el dinero!", una de
sus frases favoritas para indicar que después de eso
nada puede competir. No he encontrado hasta hoy otro
sitio tan variado, ameno, contemporáneo. Sólo puedo
seguir como siempre, deseándote éxitos en tu vida
familiar, laboral, social, económica, como hasta
ahora, que has logrado con tesón, amor y entusiasmo,
pero sobre todo, con constancia, esa virtud que a ti
te sobra y a tantos nos falta. Y por supuesto, mis
congratulaciones también a Marta, la mujer detrás
del trono...
Un fuerte abrazo a ambos,
Adela
Sr.
Sr. Félix José Hernández:
Por medio de
la presente, y a la manera del pasado, redacto este
mensaje con el fin de agradecerle los excelentes
ratos que he pasado leyendo sus CARTAS A OFELIA. Soy
una mujer de 66 años recién cumplidos y frustrada
viajera, de modo que las reseñas de sus travesías
han sido para mí recorridos deliciosos, y déjeme
decirle que siendo la primera intención con que
usted las recopiló, es muy justo que se entere que
han llegado a sus destinatarios: personas exiliadas
de las rutas viajeras.
Moderno Ulises: tal
vez algún día regrese a su Ítaca, México queda muy
cercano y me honrará recibirlo con toda su familia.
Un abrazo desde Puebla,
Dra. Alicia Flores
Media noche de un día cualquiera de Agosto de 1977;
pleno verano habanero. Un vuelo charter de la
desaparecida Línea Aeropostal Venezolana, lejana
heredera de la tradicional
Compagnie Générale Aéropostale
francesa, se posa en el aeropuerto José Martí con un
numeroso grupo de turistas venezolanos todos
identificados en mayor o menor grado, con la “izquierda”
todavía encandilada por los fogonazos de la Sierra
Maestra. Dos excepciones: la de quien suscribe y la de
su cónyuge de siempre, en procura de una visión directa
de aquella realidad que nos llegaba de una manera que
presumíamos sesgada y distorsionada.
Al pasar por “Inmigración” hice el primer test; le
dije al funcionario: “vine porque quiero conocer a Fidel
Castro y a Barbarito Diez”. Creí que me iba a pasar al
departamento de interrogatorios de algún servicio de
inteligencia, pero no fue así. Sonrió y me dijo:
“conocer Fidel va a serle difícil pero a Barbarito tal
vez no”. ¡Dicho y hecho! Así acaeció. No habían
transcurrido las primeras horas y ya estábamos cantando
a dúo aquel inmortal y este mortal en su propia casa de
“Víbora Park”. ¡Sueño hecho realidad!
Pero…. ¿a qué viene este cuento? El tour de
venezolanos coincidió con la celebración en Cuba de la
IV edición de las así llamadas “Espartaquiadas de Verano
de los Ejércitos Amigos”, competencias deportivas
periódicas en las que participaba el personal militar
de los países de la órbita soviética. Y es esa la razón
insólita la que explica por qué reaparecemos acá 35 años
después ¡Alabado sea Dios!
No conocimos a Fidel ni falta hizo; empero, en el ir
y venir de las visitas guiadas por “Cubatur” (agencia
turística del gobierno cubano) coincidimos en algún
lugar y momento providenciales con un joven cubano muy
locuaz, inquieto y extrovertido (como todo buen cubano)
que fungía como intérprete y cicerone de los deportistas
de la hoy fenecida República Democrática Alemana (RDA)
compitiendo en la justa.
La recién nacida amistad, creció en el tiempo por la
vía epistolar como esbozo anticipado y modesto de la hoy
fecunda y varias veces laureada obra de Félix José
Hernández Valdés. Hacia los años 80 las noticias
dejaron de fluir hasta que a mediados de los 90
¡milagro! una carta de aquel amigo aparece sobre mi
escritorio; esta vez con un matasellos de la Italia
lontana donde él y su familia habían recalado y
encontrado abrigo tras un largo y pesaroso vía crucis en
búsqueda de algo que por la edad quizás no conocían a
plenitud, pero que les era consustancial e inherente a
su condición humana: la ¡LIBERTAD! (escrita toda en
mayúsculas).
De allí en adelante y para siempre, la comunicación se
ha mantenido a través de ese género epistolar (esta vez
cibernético) que los hermanos Hernández Valdés conocen a
las mil maravillas; y nos referimos a “los hermanos”
porque aquel mozalbete acompañante de los deportistas
alemanes orientales de 1977, es nada menos que Juan
Alberto, también hijo de la Ofelia inmortalizada por
Félix José en sus “Cartas a Ofelia” y otras tantas obras
por el estilo.
Gracias a esta relación, Félix José tuvo a bien
pedirnos que prologásemos su más reciente obra, ahora
en ciernes, “Reflexiones de Viajes”. En ella que se
pone de manifiesto su prosa como agua de manantial:
perfecta, clara y útil para el lector, y a la vez breve,
amena y acaudalada en ideas, nociones, conceptos y
objetivos claros, haciendo gala de una poliglotía
admirable que bien quisiéramos para nosotros. Talentosa
y original manera de revivir añoranzas y saudades, a
través de la palabra escrita, ¡muy bien escrita!
Gustosamente aceptamos este desafío por tres razones:
1.
Porque nos hemos sentido honrados por el autor al
escogernos para la realización de esta tarea
2.
Como tributo a la amistad germinada en 1977 y
floreciente en 2012
3.
Y por último, pero no por ello menos importante, porque
la madre de este glosador-si cabe la expresión-también
se llamaba Ofelia
Rafael O. Marcano A.
Caracas, Venezuela,-
Septiembre de 2012
Rafael Orlando Marcano Abreu.
Nació en Caracas, Venezuela, el 24 de Julio de 1944,
hijo del Ingeniero Civil Pedro Marcano Aldrey y de
Ofelia Abreu Pulido, maestra de escuela primaria, ambos
venezolanos. Se graduó de Economista en la Universidad
Católica Andrés Bello (Caracas) en 1968 y de Abogado en
2001 en la misma universidad. Posgraduado en
Administración de Empresas de la Universidad Central de
Venezuela (1971) y en Comercio Marítimo Internacional,
Mención Derecho, en la Universidad Marítima del Caribe
(2007). En 2009 el “Ilustre Colegio de Abogados de
Caracas” le otorgó una condecoración
“En reconocimiento de las calificaciones personales y
esfuerzos para contribuir al mejoramiento de las
Instituciones Legales”. Actualmente es profesor de
Macroeconomía y Teorías del Comercio Internacional a
nivel de pregrado, en el Instituto Universitario de
Nuevas Profesiones; y es Tutor y Asesor Metodológico de
alumnos de posgrado, para la elaboración de Tesis de
Grado, en la Universidad Marítima del Caribe.
Wikipedia
-la enciclopedia libre- nos da esta definición del Post-it:
"Los
post-it o pósit son unas pequeñas hojas de
papel autoadhesivo de varias
dimensiones, formas y colores, aunque predominan los
amarillos. Se usan para escribir
notas recordatorias, para
pegarlas después en cualquier tipo de superficie. (…)"
Lo que Wikipedia no dice es que
los post-it son las secretarias que nunca he tenido. Son
elocuentísimos, lo recuerdan todo. Muchos post-it
campean por sus respetos en mi mesa de trabajo. No,
perdón, no campean por sus respetos, los voy moviendo a
mi antojo unas veces y otras condicionado por la
urgencia, la importancia, etc. Los desplazo de un sitio
a otro para verlos mejor, para que me hagan recordar más
esto o aquello que no puedo dejar de hacer. Ya lo creo
que no, no se puede decir que un post-it sea una simple
hojita de papel autoadhesivo, ¡ni pensarlo!
Tan así es que uno de ellos este
último mes ha estado todo el tiempo llamando mi atención
sin parar. Dice: "Félix/prólogo". Venga a ponerlo a un
lado, a otro, frente a mí, a mi lado, echarlo un poco
más para la izquierda, un poco más para la derecha… pero
nada, ahí y ahí, "Félix/prólogo". ¿Será posible que no
pueda dejar de mirarlo? ¿Cómo podría dejar de mirarlo si
tengo tan presente que he de escribir unas líneas para
el libro de Félix? En realidad no necesitaría post-it ni
nada para recordarlo, pero la tarea me parece tan
difícil… Y el post-it amarillo, insistente:
"Félix/prólogo", "Félix/prólogo"…
Haré lo posible por escribir este
prólogo sin más dilación porque es un honor muy grande,
pese a que no escribo desde hace ya muchísimo tiempo…
bueno, escribo cartas todos los días, eso sí. No son
manuscritas, ni las guardo en sobres, ni les pongo
sellos porque con el correo electrónico prescindimos de
todo esto, lamentablemente. En fin, lamentablemente no,
es simplemente otra manera de escribir cartas, como las
de mi amigo Félix, que surgieron así, gracias a
Internet, el correo electrónico y los teclados, sí,
benditos teclados, porque, ¡ay de mí y de todos los
lectores si hubiéramos tenido que leer sus cartas
manuscritas!. ¡Díganmelo a mí que cuando por allá por
los ochenta me enviaba cartas ‑como las de antes‑ o
tarjetas postales de los sitios que el turista y curioso
impenitente visitaba ya frenéticamente, tenía que
llamarlo por teléfono días después para conseguir
descifrarlas! En aquel entonces todo era decirle "Félix,
¿por qué no te compras una máquina de escribir?" No vean
la letra de médico que se gasta Don Félix, sí señor.
Pero parece que se ha ido enmendando, a juzgar por su
caligrafía en las dedicatorias manuscritas de sus
libros, que se pueden leer y entender. Se trataba de
decir algo sobre el autor que no se hubiese dicho hasta
ahora, ¿no?
No sé qué podría decir de los
libros de Félix después de todo lo que tan
brillantemente ya se ha escrito en los prólogos a sus
libros, en la sección "Su opinión me interesa" de su
página web, en las cartas que ha recibido en las
entregas de premios, pero bueno, aunque nos repitamos,
hablemos de las Cartas a Ofelia.
Podría empezar así: "Querid…" No,
no, no, calma, calma. Podría empezar escribiendo
"Querido Félix:" Nadie más que Félix puede escribir
"Querida Ofelia". Es un honor todo suyo. Todos los que
hemos leído sus cartas hemos conocido a Ofelia y
aprendido a quererla. Y sabemos que ella recibe sus
cartas y se llena de orgullo y de satisfacción, como
toda su familia aquí, allá o acullá y todos sus amigos
diseminados por todo el mundo.
Querido Félix:
¿Quién nos iba a decir, cuando nos
conocimos, que un día ibas a escribir libros y que ibas
a ser merecedor de tantas distinciones y premios? No nos
lo podíamos ni imaginar. Bueno, qué digo, a lo mejor tú
sí. Pero creo que eres el primer sorprendido por el
devenir de aquellas primeras Cartas a Ofelia, que
llegaran a recopilarse una primera vez, una siguiente, y
otra, y otra.... Me parece que fui el primero o uno de
los primeros en llamar crónicas a tus relatos, fueran
relatos de viaje o del tema que fuesen. Las Cartas a
Ofelia son, ante todo, eso, crónicas. Recuerdo muy bien
cuando leí las primeras y te escribí para decirte cuánto
me habían gustado.
Tus crónicas de la vida cotidiana
en Cuba durante tu infancia, tu juventud, son verdaderas
joyas para todo aquel que quiera conocer de la vida y
las costumbres de una familia cubana. Son enjundiosas,
costumbristas…
Tus relatos de viajes son
incomparables. ¡Qué Guía Azul ni qué Guía Michelin!
Guías Félix! Esas son las guías que hay que tener a mano
cuando se prepara un viaje. Efectivamente, lo primero,
ver si Félix ya nos contó algo sobre ese lugar donde
queremos ir. Si es así, no necesitamos más guías, todo
lo contrario. Y el colmo de los lujos y del placer es
recorrer una ciudad contigo, querido amigo Félix. ¡¿Cómo
olvidar cada vez que hemos estado en París y nos has
llevado a algún sitio que nunca antes habíamos visitado,
cómo olvidar esos sitios que no aparecen en las guías
que nos has hecho conocer?!
¡Cuántas veces no he leído
crónicas de viajes que has realizado que me han
trasladado al lugar de tal manera que al final casi creo
que los he visitado! ¡Es tan trascendente tu manera de
contar! Me viene a la mente el viaje a Islandia, por
ejemplo. ¿Lo leí, me lo contaste de viva voz, lo soñé?
No lo sé. Nunca he estado en Islandia, pero de alguna
manera lo conozco. Te estoy viendo a ti y a nuestra
querida Martha recorrer esas calles que hay que calentar
para que sean transitables.
¿Y qué te voy a decir de tus
relatos sobre libros, sobre películas, sobre
personalidades interesantes? ¡Cuánto hemos aprendido
contigo, querido Félix, y de qué forma tan amena!
Espero que quienes tengan la
oportunidad de leer esta nueva recopilación de tus
Cartas a Ofelia disfruten tanto como los que las hemos
ido leyendo una a una a través de los años. En ellas hay
de todo, para todos los gustos.
Un abrazo muy fuerte,
Miguel Ángel Maceo
Miguel Ángel Maceo es cubano. Obtuvo una licenciatura en
lengua y literatura francesa en la Universidad de La
Habana y vive en Francia con su familia desde hace más
de treinta años. Actualmente está jubilado y uno de sus
mayores placeres es ejercer de abuelo cada vez que
puede.
Miami, 23 de agosto de 2012.
Profesor Félix José Hernández Valdés:
Destacado Profesor:
Después de entrar a su página web “Cartas a Ofelia” no
me cabe la menor duda, de que su valioso historial
literario, ha puesto de relieve –¡ para orgullo y honra
de todos! – en el ámbito de las letras, el nombre de
nuestra patria, en un loable logro aproximativo de Cuba,
a esa Francia,: cuna indiscutible de la Democracia, (en
su más genuina manifestación) y todo el espectro de
libertades que la nutren; a esa Francia, a la que dieran
gloria con su brillante pluma Víctor Hugo, Alejandro
Dumas, Julio Verne, Albert Camus, Jean Paul Sartre,
Charles Baudelaire, Arthur Rimbaud, Paul Valéry y tantos
otros, que haría la lista interminable; a esa Francia de
vieja tradición intelectual, que un día supo acogerlo
como un refugiado político cubano, que solo buscaba, en
esas hospitalarias tierras, oxigenar sus pulmones con el
aire puro de la Libertad.
Puede estar seguro, que aquella isla caribeña que lo vio
nacer está más que orgullosa de contarlo entre sus hijos,
así como que sus “Cartas a Ofelia”, quedará en la
historia patria, como uno de los más genuinos símbolos
(en su vertiente exílica) de la perseverancia y el
estoicismo de un hombre que, vencedor de esos peculiares
obstáculos que le presenta la vida a todo exiliado, supo
tener fe en sí mismo, hasta llegar alcanzar el pináculo
de todas sus aspiraciones intelectivas, viendo
convertidos, casi todos sus sueños, en tangible realidad.
Al
aquilatar tanta grandeza me place robustecerla con el
hecho de poder contar entre las filas de nuestro Colegio
Nacional de Periodistas de Cuba (en el exilio) con
persona de tal valer; lo que, obviamente, justifica el
que haya sido escogido este año, para recibir el Premio
Internacional de Periodismo, que anualmente otorga, el
Colegio Nacional de Periodistas de Cuba (en el exilio),
a toda figura intelectual, que, en este amargo destierro
que todos sufrimos, dignifique y glorifique- dándole
estatura universal – a nuestro amada CUBA.
En
nombre de la Comisión de Cultura del CNPC (e) que me
honro en presidir, lo felicito por este justo
reconocimiento que por su fecunda labor literaria, ha de
otorgarle nuestra Institución (hoy en el destierro), el
27 de octubre del presente año.
Ahí lo esperamos con los brazos abiertos, siguiendo el
apotegma martiano de que “honrar, honra”.
Sin otro particular, queda de Ud., con la más alta
consideración:
Sergio Galán Pino
P/d Aprovecho la oportunidad para enviarle un afectuoso
saludo de nuestro común amigo y colega Roosevelt F.
Bernal.
*Don Sergio Galán-Pino es poeta, periodista y Presidente
de la Comisión de Cultura del Colegio Nacional de
Periodistas de Cuba en el Exilio.
Qué (cuan)
difícil se hace viajar en el tiempo sobre todo cuando el
espacio que le acompaña ha desaparecido también, cuando ya
no podemos visitar el lugar que evoca los recuerdos que no
queremos perder. Calle Soledad, Ciudad de La Habana a
principios de los 70, casa en la calle Soledad en la que
paradójicamente siempre hubo compañía, en la que siempre se
sintió el amor de familia, el saludo cariñoso y afecto a las
visitas. Casa en la que recuerdo que nunca oí una queja,
siempre vi una sonrisa, alegría, siempre cariño; nunca un
tono al hablar más alto que otro. Confieso ahora, que en
ocasiones yo me sentía extrañado, a veces me sentía
culpable, porque ni en ese tiempo, en aquel lugar, como en
estos años y en cualquier sitio, yo nunca había sentido más
que ver, esa armonía familiar.
Quién sentada a la mesa, un frutero cerca, es posible, o me
traiciona la memoria, un anaquel con cristalería cerca y
siempre esa luz que de nuevo digo yo sentía, más que veía,
cuando entraba a la sala y llegaba al comedor ; quién sino
Doña Ofelia nos recibía sonriendo cuando llegábamos de
visita casual después de las clases en el “Pre” del Vedado,
que por cierto para mí viviendo en el lado opuesto de la
ciudad, en Santiago de las Vegas, era toda una travesía en
los ómnibus (guaguas) Españoles de segunda mano que en
aquellos años nos brindaban 45 minutos, al menos, de
hacinamiento para poder llegar a alcanzar la libertad del
conocimiento.
Doña Ofelia, y nunca olvidaré, conversaba con nosotros
animadamente, y como Mamá querida de todos, nos servía
refrescos y alguna golosina que nos ayudaba a reparar
fuerzas, al menos a mí para la expedición de regreso a la
que le llamábamos los paisanos “la aldea”. También recuerdo
que Da. Ofelia nos comentaba en nuestras visitas acerca del
progreso de Félix José con el Italiano.
Ahora que estamos lejos de la calle Soledad conversamos con
Ofelia por cartas, las “Cartas a Ofelia” que Félix José
escribe por nosotros, por mí, por Juan Alberto, por Claudio
y por todos los que conocimos a Ofelia, por Ustedes que
conocerán a Ofelia como nosotros, cartas en las que le
decimos a Ofelia de nuestros día a día, en las que le
pedimos consejos y en las que abrimos nuestros corazones,
para que ella tenga en ellos un lugar por siempre.
Raúl Madruga Borrego
Bogotá, 2012
Raúl Madruga
Borrego es Licenciado en
Educación con Énfasis en Idioma Inglés y actualmente es
profesor de Inglés en bachillerato del colegio femenino
religioso "Santa Francisca Romana".
Querido amigo Félix: mi
profesor de juventud. Estoy muy de acuerdo con tu colega
Miguel Ángel García. Siempre he admirado sus dotes como
profesor pero la forma de escribir sus bellas Cartas a
Ofelia… ¡Es una única! Nos transmites tanta credibilidad
que yo en particular me traslado al sitio o a la
situación que estés narrando. Dios te ha bendecido con
ese talento que te acompañará siempre y del cual todos
tus familiares y amigos nos sentimos tan orgullosos. Mis
respetos como siempre y que pases un Feliz día del Amor
y la Amistad. Te queremos mi gran y recordado amigo.
Tu
alumna, Guadalupe Pérez.
Prof. Miguel A.
García Puñales
Definir la obra de Félix José Hernández Valdés podría
parecer fácil a un profano de su obra literaria, pero a los
que día a día hemos editado sus obras nos resulta muy
difícil resumir en unos breves párrafos la obra de toda una
vida.
Si algún término define a nuestro querido amigo es el
sustantivo Profesor y no solo por el ejercicio de la
docencia como medio de vida –que de esos son legiones- sino
por el afán de compartir conocimientos y experiencias
vitales que a fecha de hoy son joyas antológicas del
periodismo cultural, con una fuerte carga de didactismo
mesurado; de ese que nos enriquece sin que nos percatemos
que estamos en presencia de un ejercicio magistral de
información y que nos deja al concluir la lectura la
sensación de que junto a él hemos viajado a los lugares más
disímiles del planeta y visitado las muestras culturales más
relevantes.
Según sus propias palabras; Félix José, es un ser humano que
constantemente cruza fronteras. Oriundo de Camajuaní en la
central provincia de Las Villas, es ante todo un Cubano –con
mayúsculas- de esos que a pesar de la lejanía de la tierra y
muchos decenios en el exilio, llevan la cubanía en los
genes.
Profesor de Historia en Cuba y de Cultura Hispánica en
Francia – su tierra de acogida- nos regala día a día con sus
crónicas de viajes, visitas a museos, crónicas
cinematográficas y artículos sobre la memoria histórica
cubana, entre otros muchos.
La presente obra Recuerdos de Viajes, constituye el tomo
XIII de las ediciones que sobre la obra del autor produce
desde Canarias, el Boletín Europa Actualidad, de A.F.I.Sc.
“eu’93”, en un esfuerzo cultural digno de admiración. Es una
muestra enciclopédica del eclecticismo cultural del autor en
su perenne viajar; artículos culturales, se mezclan con
crónicas y testimonios históricos, rescatados de la memoria
a partícipes y testigos de hechos que mucho influyeron en el
desarrollo posterior de la tragedia totalitaria, que cual
obra bufa a ritmo de reegaeton y parloteo aún existe -¿quién
sabe por cuánto tiempo más? – en la nación cubana.
En esta oportunidad la edición incluye también artículos
publicados por el autor en francés e italiano. Los que no
tenemos el don de lenguas como Félix, lamentamos no poder
disfrutar de ellos en el idioma original.
Recomendamos a los lectores la obra de este incansable
cronista.
Prof. Miguel A. García Puñales*
*Historiador y sociólogo cubano exiliado en España.
Presidente de la ONGD Ceninfec (Centro de Información y
Documentación de Estudios Cubanos). Director del diario
digital Cubamatinal.
|
ORESTES A. PÉREZ.
FÉLIX JOSÉ HERNÁNDEZ.
DISTINGUIDO COLEGA:
POR EL COLEGIO NACIONAL DE PERIODISTAS DE
CUBA (EN EL EXILIO), DEL CUAL SOY SU ACTUAL SECRETARIO,
HE PODIDO CONOCER SU ENORME ESFUERZO EN FAVOR DE LA
CAUSA DE LA INDEPENDENCIA Y LIBERTAD DE NUESTRO PUEBLO
CUBANO. LE FELICITO SINCERAMENTE POR TODA SU LABOR,
PREMIOS Y CONDECORACIONES RECIBIDAS DESDE LA REPÚBLICA
DE FRANCIA.
SU PÁGINA WEB ES EXQUISITA Y
EXTRAORDINARIA.
LE AUGURO EL TOTAL ÉXITO EN SU EMPEÑO
PARA DIVULGAR LA CULTURA DE NUESTRA NACIÓN. DESEARÍA SU
CORREO POSTAL PARA ENVIARLE ALGUNOS LIBROS Y REVISTAS DE
MIAMI, INCLUYENDO MI MODESTA PRODUCCIÓN LITERARIA.
FELICITACIONES MIL. UN ABRAZO EN LA
DISTANCIA.
SINCERAMENTE,
ORESTES A. PÉREZ.
|
Françoise Salavert
¡Enhorabuena, Querido Felix!
¡Qué bien ver que también España reconoce tus
meritos literarios y el interés de leer en un
castellano magnífico tu panorama de la vida
parisina, europea e incluso mundial !
Gracias por tu presencia en la vida literaria y
por tu amistad.
Un abrazo grande para ambos.
F. Salavert.
Adela Junco
Muchos son los que han escrito acerca de sus
experiencias, emociones, sentimientos.
Impresiones y deseos, esperanzas y tristezas,
realidades y fantasías salen de las plumas de
quienes sienten una imperiosa necesidad de
compartir su mundo interior o exterior, lo que
en formas y tiempos diferentes les ha tocado
vivir; unas veces fabulando, otras, a través de
sus recuerdos y devenir.
Surgen así relatos, novelas, ensayos, críticas, con los
más diversos contenidos y opiniones que nos permiten
adentrarnos en las vidas de individuos para, a través de
sus peripecias y vivencias conocer su propia percepción,
dejándonos las más de las veces su impronta, y con ella,
su aporte a la ampliación de nuestros horizontes para
comprender mejor presente y pasado, y con esa ayuda
hacer nuestra propia contribución al futuro.
Sin embargo, no todos los autores han cultivado todos
los géneros y temas: solo un selecto grupo de ellos ha
sido capaz de regalarnos un extenso quehacer, abarcador,
inspirador, inagotable, que toca casi todas las esferas
de la actividad humana y por tanto de toda la sociedad.
A este especial conjunto de incansables de la pluma
pertenece Félix José Hernández Valdés – profesor,
educador, traductor, articulista, columnista, periodista,
cronista, historiador, hijo, padre, abuelo, hermano,
amigo…
“Cartas a Ofelia” se constituye en el paneo de una
cámara a través de cuyo lente Félix José ‘descubre’ el
mundo a su madre, no solo ofreciéndole detalladamente
imágenes del panorama que se abre antes su ávidos ojos y
esa curiosidad natural (alguna vez aplastada, contenida
por egos y afanes mezquinos en la tierra que lo vio
nacer), cualidad innata de observador de todo, de
viajero incansable, escudriñador de un mundo durante
años escamoteado y descubierto al fin para vivirlo a
fondo, sino también haciéndola partícipe de sus
impresiones sobre localidades, gentes y aconteceres con
una plasticidad pasmosa; llevándola a recorrer museos,
calles; sentándola junto a él en teatros, cines;
disfrutando paisajes; conduciéndola del brazo a eventos,
demostraciones; entablando diálogos y escuchando
historias de los más disímiles personajes; leyéndole y
compartiendo con ella obras, libros, artículos. Igual le
comenta acontecimientos culturales o políticos que
noticias de hechos sublimes o deleznables. La invita a
rememorar historias de épocas y gentes, de sus años
infantiles y las calles que recorrían, así como a
recordar a las personas que en algún momento se cruzaron
en sus vidas y a personajes a veces ignotos, que
desempeñaron no obstante un papel en el giro de nuestras
vidas, tal como lo revela uno de sus interlocutores, por
él entrevistado, en un pasaje que encontramos en el
presente tomo:
“…No fue el gallego Fernández, que de guerra sólo sabía
la parte teórica, quien dirigió a las fuerzas comunistas
en Playa Girón. Fue Angelito.”
Sus Cartas a Ofelia, título dado a la recopilación de
sus artículos que alude a la comunicación con su madre
mediante ellas, fueron la semilla e inspiración que
crecieron para convertirse en el fructífero árbol del
quehacer periodístico que ha extendido sus ramas para
llegar a nosotros –y a todo el orbe- en su logrado
intento de compartir con muchos y – sin proponérselo-
proyectarse hacia el futuro, para entonces servir a
aquellos que nos seguirán a descubrir en su momento lo
que el autor vivió al disponer ya no solo de
pensamientos libres a falta de otra libertad, sino de
alas para sobrevolar la Tierra, no fabulando como
Münchhausen, sino exponiendo el mundo al mundo como un
nuevo Marco Polo.
Con este, el duodécimo tomo de un extenso y prolijo
quehacer periodístico-literario, nos adentramos una vez
más en una orgía de impresiones: ora recuerdos, ora
sucesos actuales, opiniones, relatos de relatos, pasajes
variopintos de personajes y obras tamizados por este
intérprete ‘quiero-saberlo-todo’ de hechos y lugares
conocidos y desconocidos plenos de historia, que, con un
impacto directo o sin él inciden de algún modo en el
lector. Es asimismo en este bastidor de exposiciones
diferentes dentro del mismo marco que Apuntes de Viaje
se hace eco de las palabras del también prolijo e
inagotable abarcador de épocas Wolfgang von Goethe,
ofreciéndonos “el mundo en una nuez”.
Quiero invitar a quienes aun no han transitado por
alguno de los 11 tomos precedentes a disfrutar de esta
enjundiosa recopilación de reseñas, ensayos, crónicas y
relatos atenidos a vivencias reales a través de la
lectura amena y estimulante del presente tomo, que sé no
será el último regalo que nos haga a los de hoy y legue
a los del futuro Félix José.
El trabajo está presentado en una secuencia de ‘cartas’
con temas diversos, cuya relación se establece muchas
veces tan solo por constituir el eslabón siguiente de la
cadena organizada según sus fechas. Dicha avalancha de
acontecimientos, gentes e historias de alcance
internacional pero que orbita siempre en torno a esa
isla del Caribe conocida como la Mayor de las Antillas
me hacer recordar las palabras de alguien que
pronosticara “… ya habrá quien escriba la epopeya que
vive hoy el pueblo cubano’. Creo firmemente que Félix ha
estado publicando desde hace mucho esa epopeya con una
perspectiva tal vez no de gesta épica como tal, sino a
través del cristal de esta suerte de ‘crónicas
epistolares concéntricas a modo de composición
fotográfica de una época con proyección internacional y
carácter epopéyico’, si se me permite la osadía de este
intento de clasificación.
Yo, muy particularmente, considero que esta ingente obra
de Félix José Hernández Valdés va siendo ya texto de
consulta obligado de aquel que se diga historiador,
politólogo, cubanólogo o simplemente interesado en
Estudios Cubanos de la segunda mitad del siglo XX hasta
nuestros días, en tanto que fuente exhaustiva de
información no solo sobre Cuba, su historia y su sufrida
gente a ambos lados del Atlántico, sino del marco
histórico correspondiente, proyectado en un extenso
telón de fondo que arroja luz sobre acontecimientos
contemporáneos a la par que sobre el bregar y batallar
de las ya 5 generaciones de cubanos. | |